miércoles, 31 de octubre de 2012

La Educación Expandida

     Estar de excedencia no sirve solo para viajar y conocer escuelas, también me permite tener tiempo para hacer cosas y acudir a actividades que normalmente no puedes hacer porque suelen ser en horario lectivo. Ayer pude disfrutar de un encuentro muy interesante que organizó la Fundación Telefónica en Madrid bajo el título "Educación Expandida". Todo un día de presentación de trabajos muy interesantes y debates sobre la educación actual, la del futuro y los cambios que creemos necesarios para lograr una educación ideal para todas las personas.
     La mañana comenzó con la presentación de una película documental titulada "La escuela expandida" que realizó el colectivo Zemos98 junto con BCC (Banco Común de Conocimientos) en un instituto de Sevilla en el año 2009. La película muestra la experiencia llevada a cabo a lo largo de una semana en dicho instituto, en donde se creó un Banco Común de Conocimientos entre estudiantes, docentes y vecinos y vecinas del barrio. Esto consistía en que cada cual ofrecía saberes y conocimientos que podía transmitir a los demás (y los escribía en post-it de color verde) y aprendizajes que deseaba adquirir (en post it de color rosa). Así, durante esa semana, los estudiantes, ayudados por los del BCC y apoyados por el director y algunos docentes, se encargaron de poner en marcha la organización de todos los saberes y poner en relación a las partes interesadas en los diferentes temas (el baile, informática, mecánica, idiomas, deportes, etc...) 
    Lo mejor es que dediquéis una hora a disfrutar de esta experiencia que podéis ver pinchando aquí y después entenderéis el por qué de mis reflexiones y si os animáis, podéis dejar  comentarios con vuestras reflexiones.
    Después de la película, el director del instituto y una ex-alumna que estaba cuando se realizó la experiencia, hablaron sobre cómo fue aquello, contestaron a nuestras preguntas e intercambiamos reflexiones acerca de educación y de lo que el vídeo nos había transmitido. Si os interesa ver y escuchar el debate, podéis verlo entero pinchando aquí. Se habló del cambio que supuso para ese Centro esa experiencia tan novedosa pero que se perdió al año siguiente en el que cambió la dirección y solo quedó el sabor y el buen recuerdo. Se habló de diferentes iniciativas que se están realizando en otros espacios y se escucharon propuestas como las pedagogías invisibles, el método placenta, aprendizaje-servicio, educared, edublogs, coursera, etc.. como espacios o grupos que buscan alternativas a la educación actual (llamada por algunas personas educación tóxica).
   Yo quiero compartir ahora mis reflexiones después de ver la película. La experiencia que realizaron en el instituto fue impresionante pero no podemos limitarnos a coger recetas y aplicarlas en un espacio en un momento dado, porque luego desaparecen y sólo benefician a los que pueden disfrutarla (que no está mal pero no cambia nada, o cambia muy poco). Lo importante es quedarse con los mensajes que deja dicha experiencia. El primero para mí sería confirmar que es necesario un cambio radical en el sistema educativo, no vale con aplicar pequeños cambios en el aula, que dependen únicamente del profe que esté dispuesto a realizarlos. No creo que sirva de mucho crear un BCC, a parte de las clases obligatorias , porque no se trata de saturar al personal, se trata de buscar la mejor forma de educar, la que tenga a las personas contentas y motivadas.       
    Por otro lado, creo que esto es solo un ejemplo y no tenemos que llegar a la conclusión de que es lo único que se debe hacer en un centro educativo para mejorarlo sino que es una muestra de cómo podría ser la educación o por dónde debería ir. Vemos que cuando se hace a las personas responsables de algo, cambia la actitud y cuando son responsables de su propio aprendizaje y éste responde a sus deseos y necesidades (cómo apuntan en los post it), se sienten bien, respetadas, escuchadas y disfrutan de lo que aprenden en lugar de estar pasando el tiempo muertas de aburrimiento. Creo que la buena educación no debe depender de que te "toque" el buen profesor o profesora, el docente motivado que ha encontrado sus propias herramientas para transmitir su pasión por las cosas y así contagiar ese deseo por aprender, creo que la buena educación debería ser garante de que todos los estudiantes tengan las mismas oportunidades estén donde estén.
   La ex-alumna que participó en el coloquio comentó que toda la experiencia fue positiva, incluso la "negociación" con algunos docentes que no querían ceder sus horas para realizar el proyecto. Dijo que fue precioso ver como cada persona encontró algo que aportar y enseñar a los demás y como eso les hizo tener más seguridad y que disfrutó mucho compartiendo momentos con compañeros y compañeras de otros cursos, que nunca había conocido. Se ve claramente que fue una experiencia bonita y positiva para mucha gente y que encendió una "chispa" (como dijo esta ex-alumna) que dio esperanza y una nota de color en ese barrio sevillano.


    La tarde continuó presentando nuevos proyectos y  planteando diferentes cuestiones para opinar y debatir. Esta vez se presentó el libro "Educación Expandida" realizado por el colectivo Zemos98. Es el resultado de estudios e investigaciones, realizados por diferentes personas, sobre educación y sobre cómo la educación ocurre en cualquier momento y en cualquier lugar. Igual que los autores de "Aprendizaje invisible" (que os presenté en otra entrada de este blog), los responsables de "La educación expandida" quieren expandir su publicación y facilitar que mucha gente conozca su trabajo, así que podéis descargarlo pinchando aquí
      Entre las preguntas propuestas y lanzadas por el moderador a los autores y al público, me quedo con la de ¿cómo serían las personas que resultarían de un nuevo tipo de educación? En realidad, creo que coincidiría con la respuesta si preguntamos ¿para qué educamos? o ¿Qué queremos conseguir con la educación? Pregunta que también estuvo todo el día presente y que yo animo a todo el mundo a reflexionar sobre ella. Y que, por supuesto, me hace pensar en el trabajo de las escuelas tipo Sudbury Valley que apuestan por hacer a los estudiantes responsables de sus aprendizajes y que ofrecen al mundo personas seguras de sí mismas, con capacidad para elegir, decidir y para relacionarse con diferentes personas en diferentes situaciones y lugares (también hablé en otra entrada del blog de las cualidades de los estudiantes que salen de una escuela de estas).

  El día terminó con una propuesta fascinante, también del colectivo Zemos98, a la que han llamado "Código Fuente Audiovisual" que consiste en hacer una presentación en la que alguien (un o una ponente) se plantea determinadas preguntas (en este caso, relacionadas con la educación) y ofrece posibles respuestas a cada pregunta a través de diferentes soportes audiovisuales (vídeos, trozos de películas o documentales, entrevistas y material de archivo). Esa es su manera de dar otro tipo de conferencia, no es ella la experta que da soluciones y respuestas sino que ofrece vídeos (que tampoco dan una respuesta cerrada) que te llegan y que provocan que tú encuentres esa respuesta...o no. Es muy sorprendente como van apareciendo nuevas formas de comunicación y es necesario que contemos con ellas en este planteamiento hacia una nueva educación.

    Pues así transcurrió mi 30 de Noviembre, un día lluvioso, ideal para disfrutar de cada minuto en este encuentro sobre educación y es que, si algo estoy aprendiendo desde que empecé este proyecto personal, es a disfrutar de cada momento, a estar presente en cada cosa que hago, cada actividad que realizo y cada conversación que tengo y me pregunto ¿por qué nos cuesta tanto hacerlo normalmente? ¿será porque el estrés y las prisas nos hacen estar fuera de nosotros, pensando en lo que debemos hacer después y en lo que deberíamos haber hecho, en lugar de estar presentes en cada acto?  No sé, cada cual tendrá su respuesta pero yo voy a quedarme con este aprendizaje y voy a procurar mantener esta actitud en todas las situaciones de mi vida. Seguro que así, la vida se vive mejor.

domingo, 21 de octubre de 2012

¿Qué pasa cuándo decimos "muy bien"?


Libro de Arno Stern
      Hace unos años tuve la suerte de realizar un curso de "Educación Creadora" con José Miguel Castro sobre el desarrollo de la capacidad creadora en espacios libres de modelos, comparaciones o juicios. Él parte de los estudios e investigaciones realizadas por Arno Stern para demostrar que todas las personas tenemos una capacidad creadora (en todos los sentidos y ámbitos) de la que disfrutaremos siempre que no sea inhibida. El trabajo hecho por Stern es maravilloso y os animo a que echéis un vistazo aquí o leáis su libro (1)  pero no voy a entrar en ello yo ahora porque quiero hablaros de aquel fin de semana en el que José Miguel provocó en muchos de los asistentes dudas, contradicciones y cuestiones que tuvimos que discutir, entender, reposar y colocar en nuestra relación con la educación. ¿Por qué hablar de esto ahora? Porque en realidad ese curso fue el comienzo de lo que estoy experimentando ahora y de lo que he visto en el sistema de Sudbury Valley. 
     Josemi nos habló del taller de pintura que abrió en Bilbao inspirado por el trabajo de Arno Stern. Las sesiones de pintura reciben a participantes de todas las edades, se pinta de pie, con el papel en la pared y una paleta de colores en el centro de la sala, que todos comparten. Cada cual coge el pincel del color que desee y pinta sobre su lienzo, juega sobre el papel sin importar la técnica ni cómo sea realmente el resultado porque lo que importa es el disfrute. El acompañante, en este caso él, tiene una relación de asistencia con los participantes, no hace de maestro, no dirige ni da ideas de qué o cómo pintar, no enseña técnicas de dibujo ni opina sobre los dibujos. Está ahí para prestar servicio y ayudar en lo que cada uno y cada una necesite: añadir otro lienzo para agrandar el espacio donde se pinta, limpiar una gota de pintura, colocar un escalón para llegar más alto, crear un ambiente cómodo, etc. Jamás emiten un juicio, ni positivo ni negativo, acerca de las producciones de los asistentes porque no van para aprender a pintar sino para jugar y disfrutar.
      A todo esto que ya presenta un lugar bastante especial hay que añadir dos datos importantísimos: durante las sesiones se puede hablar pero nunca de lo que alguien está pintando. Y lo que más choca (de primeras) es que las producciones, las pinturas, nunca salen del taller, son guardadas y nunca serán vistas por nadie fuera del taller para preservarlas de juicios, comentarios y opiniones (sobretodo para que nadie diga "está muy bien" o "es precioso")
    
      Y es que una de las cosas que aprendí es que hace el mismo daño decir sobre cualquier producción que "está muy bien" que decir "que no lo está" porque el juicio influye sobre los demás y coarta la espontaneidad ya que al final (y al principio) acabas pintando para los demás y no dejas que salga tu capacidad creadora porque ésta es inhibida. Es cierto que hay casos en los que esa capacidad es tan incontrolable que sale a pesar de todo y otros casos que han tenido la suerte de rodearse de personas con tanto sentido común que no han hecho los comentarios típicos inhibidores, los comentarios desde el juicio ("Hala, qué bonito" ,"¡Muy bien!", etc..), pero lo que hemos aprendido casi todos y todas es que el refuerzo positivo es siempre imprescindible y que la materialización de dicho refuerzo es el famoso, tantas veces dicho por los adultos y tan deseado (y ya necesitado) por los niños y niñas, "MUY BIEN". Y esto solemos decirlo en muchos otros ámbitos que no tienen que ver con el arte porque normalmente a cada cosa que un niño o niña hace bien o a cada respuesta correcta que da sobre algo, suele haber un adulto o adulta detrás diciendo "muy bien" (y a veces suele estar también aplaudiendo). Pues resulta que NO, que decir eso no refuerza nada y además que no se necesita ese refuerzo (aunque me he encontrado casos en los que cierto refuerzo es necesario para ayudar a alguien a recuperar algo de la poca autoestima que le han dejado). Cuando uno dice "muy bien" al observar una producción artística, está emitiendo un juicio en función de cuál sea su gusto y está influyendo en el artista. Y si dice que no está bien porque no le gusta lo que ha dibujado, también influirá en el artista. Cuando decimos a un niño o niña que algo que ha hecho o dicho está muy bien o es muy bonito, a partir de ese momento, dejará de ser auténtico/a, dejará de ser artista y actuará y pintará para nosotros, no para él o ella; es como si sacrificara su propio disfrute para agradarnos y eso es algo muy serio ¿no? (esto no es nada evidente, claro, si fuera, no lo haríamos pero siempre hay que analizar el mensaje que reciben).
   
     Este taller de pintura es sólo un ejemplo de los talleres que ofrecen desde Educación Creadora. Basándose en los mismos principios, realizan uno de arcilla y otro de danza, siempre sin juicio, haciendo de la actividad un juego.
    Todo esto iba acompañado aquel viernes en que empezamos el curso, de teorías, explicaciones detalladas, fotos y mil preguntas que le hacíamos pero nos quedamos con un par de ideas con las que no estábamos demasiado convencidas.... 
         -  Los dibujos de los niños y niñas no deben exponerse (ni en casa en la nevera, ni en el cole) y olvidad el "muy bien".
         - Pero ¿qué le digo a mi hija cuándo me enseñe ahora un dibujo? y ¿qué hago con los que ya tengo puestos en la nevera?
         - Yo no tengo frases concretas - dijo Josemi - Cuando lo entiendas y te lo creas, sabrás qué decir...

     Al día siguiente nos reímos un montón comentando el shock que había supuesto la charla del día anterior y contando las experiencias en casa:
      - Esta mañana ha venido mi hija de 4 años a enseñarme un dibujo y no he sabido qué decir...  Así que después de mirar al dibujo sin decir nada durante un rato, solo me ha salido decir...¡fíjate!  (otras habían dicho "anda" o asentido simplemente sin saber qué decir).
Josemi en su taller

    Entendí bastante rápido que cuando cuelgas un dibujo ya estás emitiendo un juicio al elegir ése y no todos los demás y también está expuesto a que cualquiera que lo vea lo comente y opine. Esto no es una cuestión de reglas de cómo actuar con la infancia, se trata de entender el por qué hacemos las cosas y qué consecuencias puede tener lo que hacemos pero, mientras se va entendiendo, tal vez se pueden ir descolgando los dibujos para guardarlos en una carpeta y cambiando el "muy bien" por otros comentarios sin juicio o por el silencio. 

  ¿Os habéis preguntado alguna vez por qué vuestros hijos, hijas, alumnos o alumnas os muestran los dibujos? ¿Os habéis parado a pensar alguna vez qué esperan de nosotros cuándo lo hacen? ¿Os habéis parado a pensar cómo es decirle a un niño o niña pequeña que hace un dibujo en el que no se entiende nada, que es muy bonito? ¿Os habéis observado alguna vez desde fuera cuando aplaudís y hacéis gestos exagerados para celebrar lo bonito que es un dibujo o un castillo de arena en la playa o cualquier otra cosa que hace un niño o niña? ¿No creéis que el simple hecho de hacerlo ya es un éxito en sí mismo para el que lo hace y que no necesita ni aplausos, ni palmadita en la espalda, ni celebrarlo? y ¿no pensáis que en el fondo es lo mismo que cuando aprenden a andar, cuando pueden saltar desde una valla muy alta, cuando saben comer solos, cuando aprenden a montar en bici o cuando ya pueden leer? Las consecuencias naturales son tan obvias y tan positivas para quien lo realiza que no necesitan refuerzo externo y sin embargo les decimos "muy bien" hasta cuando bajan un pequeño escalón. (No quiero aleccionar a nadie ni decir cómo hay que actuar, solo quiero compartir las preguntas e inquietudes que a mí se me han ido despertando. Puede que estéis de acuerdo conmigo y puede que no y ahí empieza lo interesante: el debate)
    Creo que son temas a los que hay que prestar mucha atención porque pensamos que realmente los niños y niñas necesitan escuchar eso de los adultos, creemos que necesitan ese refuerzo constante tal vez porque a nosotros nos gusta que otras personas lo hagan y nos aplaudan cuando hacemos algo bien; y el caso es que algunas lo necesitamos porque nos hemos hecho esclavos y esclavas del juicio ya que nos han juzgado a cada paso que hemos dado, han opinado sobre cualquier cosa que hemos hecho y nos han dicho en todo momento lo que teníamos que hacer. Pero si dejamos que cada cual desde el principio encuentre su camino y no reciba demasiados juicios, potenciará su capacidad creadora y se sentirá mejor. 

    Peter y Christel Hartkamp, poco antes de decidirse a montar la escuela, veían que su hija  realizaba unos dibujos que les parecían muy bonitos pero cuando se lo decían a la niña, ésta se ponía a llorar porque no era lo que realmente quería pintar. Ella tenía muy claro qué quería hacer y, al no conseguirlo se frustraba pero ante la reacción de su familia con el "es muy bonito" sentía que no se la tomaba en serio, no estaba siendo escuchada. Y es que, pensando en esto, yo siento que cuando ocurre algo así, el artista, la niña deja de ser la protagonista para pasar a serlo el adulto, que opina y juzga; se crea entonces una relación de poder que puede afectar durante mucho tiempo en muchos ámbitos porque el niño o niña buscará siempre la mirada del adulto que le indique que lo está haciendo "muy bien" y así seguir el camino que el adulto considere correcto. Suerte que esta madre y este padre supieron leer entre líneas en el llanto de su hija y pasaron a preguntarle cómo se sentía, qué le parecía a ella su propia obra y si podían hacer algo para ayudarla. 

    José Miguel nos habló de otras muchas cosas interesantes que me han servido mucho como maestra y como persona. Podéis consultar sus cursos aquí. Entre esas cosas estaba la confirmación de que los asistentes al taller, cuando no reciben juicios ni directrices, descubren la técnica para encontrar un determinado color mezclando otros, realizar perspectiva en la pintura o pintar retratos. Una vez más, esa no es la finalidad pero ocurre (como el aprendizaje en las escuelas Sudbury Valley).

Taller en 5º de Primaria
     Es curioso como una puede aprender tanto sobre algo solo porque alguien ha sabido hacérselo entender ¡Gracias Josemi! El caso es que acabó calando tanto en mí que al lunes siguiente les expliqué a mis alumnas y alumnos lo que había aprendido y les informé de que se acababa el "muy bien" y de que haríamos ese taller en clase (adaptado a nuestros recursos, claro, usando rotuladores en lugar de pinceles y sobre la mesa en lugar de la pared). 
   Lo entendieron muy bien pero costó varias sesiones que se creyeran que podían pintar lo que quisieran, que yo no iba a decir nada y que no hacía de profe sino que garantizaba que estuvieran a gusto. Realizar el taller y entablar una relación de servicio y asistencia mientras pintaban ha sido una de las experiencias más interesantes y bonitas que he hecho en el aula.

       Después me puse en contacto con Karmele Torrontegi, una maestra que había puesto en práctica el taller de pintura y además había organizado su aula de una escuela pública para  que todo el trabajo estuviera basado en los mismos principios: no juicio, hacen lo que quieren, juegan y aprenden, y ella está ahí para servirles. ¡Es tan bonito el trabajo que hizo Karmele! ¡Gracias por compartirlo! 
      Karmele pudo observar cómo, sin obligarles, sus alumnos y alumnas aprendieron todo lo que el curriculum exigía y mucho más (incluyendo la adquisición de la lectoescritura y las matemáticas), disfrutando y sintiendo que todo era como jugar.

      Con José Miguel, entre otras cosas, entendí la importancia de no juzgar las producciones artísticas de los niños y niñas, con Karmele comprobé que es posible aplicar el no juicio en el aula y años después, con mi visita a De Kampanje, he visto que es posible crear ese espacio sin juicio en todo el centro escolar y he entendido por qué los estudiantes ahí se sienten tan bien. Es verdad que en ese juicio de decir a un niño o niña que ha hecho algo "muy bien" no hay mala intención, de hecho suele salirnos con mucho amor pero yo os animo a que os dejéis invadir por esta cuestión y penséis en ello unos días e imaginéis lo que se puede potenciar cuando no les decimos "muy bien" porque entonces, se hacen observadores de ellas y ellos mismos, responsables de sus éxitos y de sus fracasos y actúan y viven para sí, no para nosotros, dejando salir su capacidad creadora (no sólo en lo artístico) en todo lo que hacen. 

      El reto ahora es extenderlo a todo lo que me rodea, respetando a cada cual tal y como es, sin hacer juicios ni decir "muy bien" (lo cual es dificilísimo porque lo hago en muchas conversaciones) y buscando otras formas de expresión sin juicio pues, como dice el proverbio árabe, "si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas".
                         
                                     Pues a por ello, que seguro que lo hago ¡¡¡MUY BIEN!!!!




    

(1) Arno Stern (2008). Del dibujo infantil a la semiología de la expresión. Ed. Carena Editors

   
   

miércoles, 17 de octubre de 2012

¿Están realmente preparad@s para la vida real?

    
    Pero... ¿Están preparadas y preparados para la vida real? Esta es otra de las preguntas que se oye siempre que se habla de educación alternativa y es la pregunta que me hacen algunas personas cuando hablo de la escuela libre en donde cada cual es responsable de sus aprendizajes. Y a mí me sale del alma decir "¡pues claro!" sin recordar que hay que dar explicaciones y pruebas que demuestren que lo están. 
    Antes de dar las explicaciones a mí me vienen otras preguntas: ¿Cuál es la vida real? ¿Qué significa estar preparado/a? ¿Cómo se mide si alguien está preparado? Se supone que tú fuiste a una escuela ordinaria (me da igual la edad que tengas porque si tienes entre 20 y 80 años has recibido prácticamente la misma educación) y, cuando dejaste de estudiar, ¿te sentías preparado o preparada para la vida real? ¿Y para la vida laboral? ¿Y para la vida emocional? ¿O has ido aprendiendo sobre cada una de esas cosas según lo has ido necesitando? Hay casos en los que, por supuesto, lo que se aprende en la universidad es totalmente necesario para un trabajo concreto pero en cuanto a la educación que se recibe en el colegio e instituto, no creo que prepare en absoluto para la vida real, entendiendo por vida real todo lo que ocurre fuera del colegio, cómo se relaciona la gente, cómo se hacen las cosas y como se aprende día a día con todo (no con la impresionante cantidad de deberes que tienen que hacer en casa después de las horas de cole, sino con todo lo demás). 
    De hecho, la escuela se aleja mucho de la vida real, se parece más a un tipo de entrenamiento en conocimientos y obediencia donde rara vez caben las emociones o la creatividad (pero la real, la que contempla ideas originales en cualquier ámbito, no solo creatividad artística sobre un papel) y donde parece que se adormece a los alumnos y alumnas para que traguen lo que los docentes les damos a la fuerza sin quejarse y sin posibilidad de cuestionar los por qués de los contenidos y las formas. Y donde el que no acepta o se resiste a ser adormecido es medicado por una hiperactividad o défitit de atención que se confunde con el mensaje real que transmite un niño o niña que lo que quiere decir es "no quiero esto, no lo entiendo, no me sirve, no me ayuda, me hace mal", pero no somos capaces de entenderlo porque tenemos la atención puesta en otro lugar. Y encima les hacemos a ellos y ellas sentirse responsables de su inseguridad, de su inquietud, de su nerviosismo, etc.. y llevan la etiqueta colgada, la marca del "mal-trato" y la pastilla diaria hasta que aprendan a ser de la forma que queremos que sean. Siento ser un poco dura al expresar esto pero es así como lo siento y sufro mucho por todos los que están en esa situación en la que han asumido que tienen un problema cuando son personas llenas de vitalidad y alegría que se ven forzadas a dejar de ser como son. 
     La escuela tradicional, la actual no te prepara para la vida real ni te acompaña en tu vida real, todo lo contrario, ¡es un estorbo! No permite hacer lo que realmente se desea, no te permite desarrollarte como persona, los contenidos se enseñan por separado y en la vida no se aprende así, la escuela no te ayuda ni te permite aprender porque, me vais a perdonar pero tragar y tragar y memorizar no es aprender, por lo tanto ¿por qué esa pregunta sobre estar preparado o preparada? Una vez más está ahí el miedo a cambiar las cosas que llevan funcionando años y años de la misma manera y está el miedo a cuestionarse.   
    ¿Alguien podría decir cómo habría que preparar a alguien para la vida real? De verdad, os invito a opinar sobre esto, a decir qué habríamos necesitado en nuestra formación para sentirnos preparados y preparadas, a que preguntéis a los niños y niñas qué necesitan para enfrentarse a un futuro que desconocemos. Estamos educando a la gente del futuro pero no sabemos cómo será ese futuro. ¿Para qué situaciones hay prepararles? ¿Qué enseñarles? ¿qué herramientas necesitan? ¿O es mejor permitirles desarrollarse lo mejor que puedan para que aprendan a elegir esas herramientas y para que sientan la confianza necesaria para resolver determinadas situaciones? Necesitan seguridad y confianza para ir adaptándose al futuro, y eso no se consigue memorizando contenidos que alguien te dicta desde una pizarra mientras tú copias en un cuaderno desde tu silla. Y....¿Tendrán que adaptarse al futuro, o serán ellos y ellas los que lo construyan? ¿el huevo o la gallina?...Y, si van a ir construyendo un futuro nuevo, ¿acaso queremos que sea igual que el que estamos viviendo nosotros a día de hoy? Pues ¿Qué hacemos dándoles las instrucciones de qué cosas deben hacer y cómo, cuando no estamos satisfechos ni satisfechas con lo que tenemos? Mejor que les hagamos creer que es posible crear algo mejor y que ellos y ellas sabrán cómo hacerlo.

    "La paradoja de la educación de comienzos del siglo XXI se encuentra en la desconexión entre la excelente capacidad institucional de las escuelas y su bajo desempeño en preparar a los estudiantes para inventar un futuro que responda adecuadamente a las oportunidades y desafíos globales" (Cobo y Moravec, 2011)
     
     Hoy en día se nos escapa de las manos el tema de la educación y tal y como dicen Cristobal Cobo y John W. Moravec, no se necesita hacer una reforma educativa sino una revolución educativa (1). Ellos también recuerdan como "Illich, ya en 1971 planteaba que un buen sistema educativo debería proporcionar acceso a los recursos disponibles a todos los que quieran aprender en cualquier momento de sus vidas y, al mismo tiempo, estar en condiciones de facultar a todos los que quieran compartir lo que saben con quienes quieran aprender de ellos. Los estudiantes no deben ser obligados a someterse a un determinado plan de estudios, o discriminados en función de si poseen un título o diploma". (Pg 31)
    Aprovecho para invitaros a leer el libro que han escrito estos 2 autores titulado "Aprendizaje invisible. Hacia una nueva ecología de la educación" y que os podéis descargar aquí. En él tocan temas muy interesantes y hablan de la evolución de la sociedad  1.0 a la sociedad 3.0 que es la del futuro y que tendrá por protagonistas a los knowmads (mezcla entre conocimiento y nómada), personas innovadoras, imaginativas, creativas, capaces de trabajar con prácticamente cualquier persona, en cualquier lugar y en cualquier momento (pg. 56). También hablan de la importancia del uso de las tecnologías y los aprendizajes invisibles que se experimentan pero que no pueden ser evaluados. 
   "En la medida en que las tecnologías digitales estimulen el desarrollo de nuevas habilidades que no son reconocidas por los actuales instrumentos de evaluación, quedará el riesgo latente de ignorar o invisibilizar aquellos talentos o “diamantes en bruto” que traen consigo muchos de los niños y jóvenes que hoy están en la escuela o en la universidad" (pg 34).

     ¿Están realmente preparad@s para la vida real? Los que salen de Sudbury Valley y otros centros educativos alternativos son los que están realmente preparados y preparadas pero la pregunta que nos deberíamos hacer es la de ¿Para qué estamos educando? ¿Cuál es el propósito de la educación? y podemos seguir haciéndonos preguntas porque, aunque no encontremos las respuestas, cuestionarse estas cosas es lo que pone nuestro motor en marcha y nos anima a caminar.
"Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos y ella de aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. A pesar de que camine, no la alcanzaré nunca. ¿Para qué sirve la utopía? Sirve para esto, para caminar" (Eduardo Galeano)



(1) Cristobal Cobo y John W.Moravec (2011). Aprendizaje invisible. Pg. 72

miércoles, 10 de octubre de 2012

¿Son malos los videojuegos?

    Una de las cosas que me sorprendió en mi visita a De Kampanje fue la cantidad de niños y niñas que pasaban mucho tiempo delante de un ordenador. Mis juicios me hacían pensar de primeras que eso no podía ser bueno pero, claro esos eran mis juicios y mi falta de información. Decidí pasar tiempo cerca de varios de ellos y ellas para ver qué hacían, cómo era el juego y cómo se manejaban. Debo aclarar que en esta escuela no se puede jugar a videojuegos para mayores de 12 años, así que lo que vi entraba en esa franja de edad. 
    Entre varias de las cosas que observé fue que jugaban a todo tipo de juegos diferentes (y también hacían uso del ordenador para otras cosas como escribir mails o buscar  información); en uno tenían que vestir muñecas, en otro hacer recetas de cocina, en otro resolver pruebas de lógica, en otro pasar pantallas en un mundo de fantasía y en otro, que todo el mundo conocía, conseguir recursos materiales y animales para fabricarse una casa y aprender a vivir básicamente con lo que encuentran en la naturaleza. Algunos y algunas jugaban solos, otras en parejas, otros online y otros simplemente miraban a los demás jugar. Me fueron explicando cuál era el propósito del juego en algunos casos y, debo reconocer que ciertos juegos me parecieron bastante complicados. 
Cómo siempre he tenido esta mirada crítica hacia los videojuegos (no sé de dónde me viene, la verdad) y mucha gente me pregunta sobre ellos ahora y sobre el posible efecto en los niños y niñas, me he dicho...¿Por qué no probar un tiempo a jugar a uno de ellos y ver el efecto que tiene en mí? y claro, no iba a elegir uno al azar así que he decidido aprender a jugar al juego que está ahora de moda entre niños, niñas y adolescentes, al que ahí causaba furor, al que más tiempo están dedicando, al MINECRAFT. Es un juego de construcción, de tipo "mundo abierto" o "sandbox" donde tienes libertad para hacer lo que quieras. No hay un camino fijo a seguir ni pantallas para superar, cada cual se va creando un mundo y seguro que no encuentras a dos personas que hagan lo mismo. El juego está basado en la construcción y la finalidad, en uno de los modos, es simplemente no morir. Puedes morir de hambre, por golpes o accidentes o por ser atacado por alguna criatura mala que sale por las noches. Os cuento esto porque ya sé cómo se juega pero hace unos días no tenía ni idea así que he querido compartir con vosotros y vosotras mis experiencias cuya finalidad se basa en conocer qué efectos puede tener este juego sobre los niños y niñas (sin olvidar que aprenden mucho más rápido que los mayores, sin duda).

    Día 1:  Como parto de cero en esto, el primer paso, cuando ya había conseguido el juego, fue averiguar qué teclas hay que manejar para desplazarse y hacer cosas (esto me lo aclaró un amigo) y para saber qué hacer busqué tutoriales en youtube. Son geniales y te lo cuentan todo pero los buenos están en inglés así que aprendí vocabulario nuevo relacionado con este tema. Apareceré en un paisaje aleatorio con naturaleza y algún animal y tengo que refugiarme cuando se ponga el sol (bajo tierra o fabricando una casa).
   ¡Puedo moverme! y aprendo a conseguir madera de los árboles para transformarla en tablas y hacer palitos para construir herramientas o antorchas. También consigo hacerme un refugio improvisado para pasar la noche. Me he construido una mesa de trabajo que tengo que montar (o dejar fija) cada vez que quiero fabricar cosas. También hago un horno de piedra con la roca que he conseguido picando con el pico que me he hecho de madera. Hay vacas, gallinas, cerdos y ovejas. Mato una vaca pero no sé comer (además la carne está cruda)
    Muero.

   Día 2: Veo más tutoriales donde explican cómo hacerse una choza en toda regla con puerta, una cama y veo cómo se usa el horno: buscas carbón (o lo haces a partir de madera) y ya puedes fundir el hierro conseguido para obtener lingotes y hacer armas potentes o cizallas para cortar lana (así no hay que matar a la oveja). Después de verlo, mejoro algo y consigo fabricar muchas cosas pero las pierdo porque... Muero. 
    Empiezo a ver el sentido que tiene todo y la lógica con la que se van fabricando las cosas. Es como en la vida real, necesitas materiales que puedes encontrar en la naturaleza (unos con más facilidad que otros) y necesitas manipularlos para conseguir objetos. No te puedes saltar ciertos procesos. Pero también necesitas comer y hay plantas y animales en el juego. Puedes matarlos o puedes aprender a criarlos y aprovechar mucho de ellos. Detalle importante: como en la vida, los recursos se agotan y los animales también. Si sabes cuidarlo y aprovecharlo, mejor estarás y más durarán los recursos. Requiere mucha creatividad ya que en todo momento eliges qué crear y qué hacer con ello. 

   Día 3: He conseguido muchísimas cosas y estoy disfrutando mucho pero no tengo comida y mi barra de vida va bajando... Consigo una manzana que cae de un árbol pero...¿Cómo se come?..3,2,1...
    Muero.

   Día 4: Vuelvo a los tutoriales para aprender a comer (no era tan difícil, la verdad). Cada vez que muero pierdo todo lo que había conseguido porque es como si lo llevara todo encima y se cae. He conseguido más cosas y hasta he comido. He conseguido mucho carbón y hierro para hacer de todo. He fabricado una caña de pescar con hilo que me dieron al matar a una araña malísima y con palitos de madera, pero cuando he salido a buscar el lago, me ha matado un esqueleto (que no daba ni miedo) lanzándome flechas. Lo he perdido todo... Tengo que conseguir hacerme una casita para hacer un armario y guardarlo todo pero ¿sabéis cuál es mi problema ahora? Que me oriento fatal en el juego y no me atrevo a construir por si no sé volver...parece una tontería pero todo el paisaje es igual y no encuentro referencias. Cada vez que se hace de noche me fabrico un hueco donde pasar la noche pero ¡así no hay quién viva! Voy a esforzarme para mejorar mi orientación y espero dejar de ser nómada. Creo que probaré a jugar en modo "pacífico" para disfrutar de lo que consigo sin que me puedan matar. 

   Continuará...

    Voy a seguir jugando estos días para ver cómo me siento. De momento estoy disfrutando, por verlo como parte de mi investigación educativa y porque es muy entretenido y aprendo un montón.  A la vez estoy buscando información sobre cómo los videojuegos influyen en la educación. Hay muchos estudios con experiencias muy interesantes. De momento yo no tengo ninguna conclusión definitiva, a parte de verlos como algo menos dañino que la televisión, eso seguro. Supongo que, como todo, es necesario hacer un uso saludable pero yo no veo nada de malo en los videojuegos en sí (aunque no pretendo generalizar a partir de una única experiencia que estoy teniendo) y menos en este tipo de juego tan creativo y constructivo. Podéis encontrar mucha información en internet pero yo dedicaré  más adelante un artículo exclusivo a este tema. Y, si queréis saber qué sienten vuestros hijos/as o alumnos/as al jugar, además de preguntar, coged los mandos, lanzaos y a ver qué pasa...

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martes, 9 de octubre de 2012

¿Qué has aprendido hoy?

 
    Ya de vuelta, lo vivido se ve y se siente con más intensidad al entusiasmarme contándoselo a quiénes me preguntan. Pienso en la escuela De Kampanje y en lo bien que me he sentido ahí.
    Hoy he querido utilizar el título que Christel Hartkamp utiliza en su blog "¿Qué has aprendido hoy?" porque, como ella dice, esta es la pregunta que se hacen las personas que se enfrentan a este tipo de educación, sobretodo los familiares y gente del entorno de los estudiantes. Es la pregunta que os podéis hacer cuando leéis lo que yo os cuento y es la pregunta que yo me hacía y por la que quise ir a conocer esta escuela. Es la pregunta, en cuya respuesta reside la justificación de que ese sistema no es garantía de nada ya que no se pueden enumerar los aprendizajes. Y es la pregunta en la cual podemos esconder nuestros miedos para no tener que cuestionarnos demasiado la educación que estamos ofreciendo a los estudiantes.

    El aprendizaje que hacen esos chicos y chicas es enorme y muy valioso porque todo lo que aprenden tiene un sentido, ya que cada uno va eligiendo qué necesita o qué quiere aprender en cada paso. Esto me gusta, aprenden porque necesitan ese aprendizaje en ese momento e insisto, TIENE UN SENTIDO para ellos/as, no para la profe, el deseo de aprender viene de dentro a afuera , no es impuesto, por lo tanto, se aprende de verdad.
   Nunca se oye la típica pregunta " ¿para qué necesitamos aprender esto?" (algo que he escuchado mil veces al enseñar las potencias, los adverbios o el predicado verbal) porque cada aprendizaje es tan válido, necesario y deseado como el anterior.
    El problema viene cuando intentamos cuantificar ese aprendizaje que realizan libremente los alumnos/as para valorar cómo de bueno es este sistema (el de Sudbury Valley) y  también, el que quiera, poder compararlo con otro colegio que por ejemplo tenga un "nivelazo" en matemáticas o en legua extranjera, porque a día de hoy, eso parece ser lo realmente importante.
   El aprendizaje que se experimenta en coles como De Kampanje es invisible a este tipo de mirada pero es completamente visible cuando pasas ahí una semana y ves cosas sorprendentes, como cuando por ejemplo se te va la conexión a internet y un niño de 11 años llega y, manipulando los entresijos de mi ordenador (en español), resuelve el problema en 2 minutos (no soy experta pero tampoco soy muy torpe...era un problema importante el que tenía. Este niño controla la conexión de todo el colegio); o cuando chicos que no han recibido ni una clase de inglés en su vida, te hacen una traducción simultánea de una reunión porque han aprendido el idioma con el manejo de los juegos de ordenador (si los juegos que le interesan están en inglés, tiene una motivación natural para aprender el idioma); o cuando ves ejercer de moderadora a una niña de 10 años y lo hace con total responsabilidad dando los turnos de palabra, proponiendo votaciones y pidiendo a la secretaria, de 12 años, que lea el acta al finalizar la reunión para revisar lo que se ha anotado. Varios inspectores han pasado por este centro para intentar demostrar que es una "locura" pero, después de 2 semanas de observación, han cambiado de idea. En Holanda no está permitida la educación en casa ni en centros que no están reconocidos (como es el caso de De Kampanje) y la gente recibe denuncias y tienen juicios  pero no dejan de creer en ello con todas sus fuerzas y luchar porque saben que no van a llegar a cerrarles el cole a la fuerza ni les van a detener.
    Lo que yo veo en España (y en la mayoría de los sitios) es que la gente elige colegio teniendo en cuenta solo el bilingüismo, las instalaciones deportivas, la disciplina, la formación religiosa (no digo que no sean características a tener en cuenta) o incluso, por desgracia, la nota del CDI (Prueba de conocimientos y destrezas indispensables, más conocido como "la prueba de 6º", que se realiza en la Comunidad de Madrid. Según esto, los conocimientos y destrezas indispensables que un niño o niña de 12 años necesita para desarrollarse y relacionarse en sociedad, se resumen en unos cuantos contenidos de lengua española y otros tantos de matemáticas. Este es el mensaje que "los que mandan" nos envían a docentes, familias y estudiantes y lo peor es que la respuesta de muchos centros es la de preparar y entrenar a los estudiantes para que esos resultados no dejen al cole en una mala posición. No digo que eso sea todo lo que hacen, sé que se trabajan otras cosas, pero donde yo veo la clave es en el mensaje que reciben los alumnos y alumnas: esto es lo que se espera de vosotros/as, esto es lo verdaderamente importante, a esto es a lo que hay que dedicar tiempo, etc...) y el desarrollo personal, la convivencia con los demás o el respeto al medio ambiente (cosas que no se pueden evaluar) no son considerados temas para trabajar en el cole. Es muy respetable que cada cual elija la función que el colegio debe ejercer en sus hijos/as pero, si eliges la versión más academicista en la que sobretodo se enseñan contenidos puramente intelectuales durante gran parte del día, debes saber que puede quedar un gran vacío emocional y relacional, y que ese niño o niña puede necesitar un espacio donde crecer y desarrollarse personalmente (aunque también depende de cuánto se implique la familia).
  
    ¿Qué has aprendido hoy?... 
¿Por qué necesitamos visibilizar, evaluar, tener pruebas escritas de lo que los niños y niñas saben? ¿Acaso no confiamos en nuestra capacidad como maestros/as? ¿Acaso no confiamos en que lo que les damos a nuestros estudiantes es lo suficientemente atractivo para que simplemente lo aprendan, sin demostrarnos que lo han aprendido solo para que valoremos con números superiores a 6 ó 7 y en casa esté la familia contenta?
     Yo creo que somos muchos y muchas los que tenemos claro cómo nos gustaría que fuera pero la presión que nos llega de muchos lados, nos crea la necesidad de demostrar con pruebas materiales cuánto saben 'nuestros' niños y niñas.
    Mis momentos de mayor estrés como maestra los he tenido poniendo notas a mis alumnos y alumnas. Yo sólo podía pensar en lo maravilloso que era cada una y cada uno de ellos y en la gracia que me hacía y la ternura que me despertaba ver sus comentarios en las pruebas escritas. Menos mal que eso me daba fuerzas para seguir y elegir entre el dichoso SB o el mediocre B... Si le pones un SF es que pasa por los pelos, si es un B, tiene que mejorar y si es un SB...¡cómo mola! pero ahora mantén así de alto el listón y no te despistes ni un momento, no sea que bajes el nivel. La presión está en todas las opciones. Como docentes y profesionales, estamos poniendo una etiqueta a cada uno de nuestros alumnos y alumnas, valorando cómo son dentro de un espacio cerrado, donde todos tienen la misma edad, sentados sin poder hablar demasiado, sin jugar todo lo que necesitarían y sin darles la oportunidad de que se luzcan y disfruten. ¿Y queremos que desarrollen su creatividad, su autonomía, su responsabilidad? ¿Cómo? Una amiga mía era de Sobresaliente, Daniel Pennac, en su libro "Mal de escuela" se describe como que era "un desastre" y yo era de Bien, o incluso Notable muchas veces, pero a lo mejor con Insuficiente en autoestima, en capacidad de tomar decisiones por mí misma, en creatividad para dibujar o para resolver situaciones, en defenderme o en saber decir "no" cuando algo no me gustaba.

Algunas preguntas me hacen ahora...¿Qué aprenden ahí, Carla? ¿no crees que es necesario que aprendan historia para que se cree un mejor futuro mirando al pasado y evitando ciertos errores? ¿Y matemáticas...?  Sí, claro que lo creo, pero siempre que a ellos y ellas les interese, no porque a mí me parezca importante. Se supone que casi todas las generaciones que estamos en vida ahora mismo, tuvimos educación en historia, geografía, matemáticas, etc... Y ¿qué garantías vemos de que eso es lo realmente necesario? Yo aprendí historia cuando me interesó de verdad y geografía cuando empecé a viajar y, aunque tenía muy buenos resultados en el cole, entendí bien las matemáticas cuando tuve que explicárselas a otros y entonces las encontré maravillosas. Sin embargo, lo realmente importante era que supiera escribirlo en un papel para ser evaluada y poder decir qué había aprendido entonces.
    Es más o menos fácil decir que has aprendido las tablas de multiplicar, el sistema digestivo o las capitales de Europa pero ¿lo has aprendido de verdad, o lo has memorizado? Es más difícil reconocer o identificar que has aprendido a ponerte en el lugar de alguien, que has aprendido a compartir tu comida, que has sido capaz de ver una situación desde un punto de vista diferente al habitual, que has aprendido a pedir perdón, a dar las gracias o a disfrutar de una pequeña cosa de la vida, que has aprendido a moderar en una reunión, a resolver un conflicto o a ordenar el material común, etc... ¿Cómo medimos esto? 
   En De Kampanje, además aprenden al hacer presupuestos para el cole, al cocinar y preparar recetas, al escribir quejas de manera subjetiva y actas de manera objetiva, al ayudar a compañeros/as más pequeños, al leer o rellenar tablas de excel con las tareas de limpieza, al hacer votaciones sobre temas importantes que afectan al colegio, al buscar en un mapa de dónde viene alguien, al aprender portugués porque irá de vacaciones, al estar aburrido y elegir qué hacer y al hacer otras mil cosas más. Pero esto ocurre porque lo están viviendo, porque lo necesitan para su día a día y no porque esté así preparado por los adultos para que aprendan contenidos. ¿Está clara la diferencia?


   Como dice El Principito, en el maravilloso libro de Antoine de Saint-Exupéry, "lo esencial es invisible a los ojos" así que probemos a cerrar el ojo que todo lo juzga y dejemos abierto el del respeto y la confianza para ir descubriendo esos aprendizajes invisibles tan necesarios en el desarrollo de nuestros alumnas y alumnos.




 

sábado, 6 de octubre de 2012

Otros espacios educativos

El patio
Lunes, 8.30 de la mañana. Cojo el tren hacia Delft, una ciudad muy bonita donde me espera Núria Badell, maestra y pedagoga que trabaja como asesora para un grupo de escuelas infantiles y espacios educativos para "después del cole" llamado De Lange Keizer”. Después de un rico café intercambiando experiencias, empezamos el recorrido para visitar varios centros. Comenzamos por las escuelas infantiles de 0-4 años que ella ha ayudado a montar, inspirada por las experiencias de Reggio Emilia en Italia. Se llaman Jan en Allemaan” y Het Narretje”. La verdad es que son preciosas, dan ganas de quedarse ahí a trabajar o, mejor aún, de volver a ser niña y disfrutar en esos espacios abiertos, sin puertas, donde lo más importante es favorecer la interacción entre todas las personas. Una de estas escuelas está dentro de un edificio donde vive y trabaja gente con alguna discapacidad. Cada día una de estas personas pasa a la escuela para colaborar de forma voluntaria en lo que se necesite. Lo importante es ofrecer un espacio a los niños y niñas para que vayan descubriendo el mundo y a sí mismos. Está lleno de espejos por todas partes a la altura de los 'peques', rinconcitos para esconderse y pequeñas puertas que comunican con otros espacios. Hay diferentes texturas en las paredes y enormes ventanas que dejan pasar la luz y ver lo que ocurre al otro lado. Ahí conviven todos juntos (los de meses con los de 4 años) en libertad y está todo tranquilo, en silencio, nadie llora... El jardín les ofrece un espacio perfecto para jugar al aire libre y cuenta con instalaciones muy sencillas como una tubería enterrada en arena para jugar con coches o canicas y un neumático gigante convertido en arenero.
Cunas al aire libre
   Otra de las escuelas es similar, más pequeña, hay un máximo de 15 niños y niñas con 3 maestras (mientras una mece en una hamaca al de 3 semanas y da biberón al de 5 meses, las otras toman el almuerzo y cantan con los demás) pero en ésta vi algo que me fascinó: duermen la siesta al aire libre ¡durante todo el año! Han construido unas camitas para el jardín y, con la ropa adecuada y una manta, descansan al cuidado de la naturaleza.
   Estos niños y niñas deben comenzar el colegio con 5 años (la educación es obligatoria a partir de esta edad) y antes de que esto ocurra, realizan con frecuencia visitas a su futuro cole para ir familiarizándose. No esperan a septiembre para pasar de curso sino que el día que cumplen años pasan directamente al colegio. Los grupos son flexibles, se relacionan con muchos niños y no se crea un grupo cerrado, así que al pasar el niño o la niña de curso no siente un abandono de grupo sino una emoción porque sabe que eso ocurre así y están deseosos de hacerlo. Esto me ha sorprendido y me ha hecho ver lo fácil que podría ser ir introduciendo pequeños cambios en el sistema. Estamos anclados en un sistema educativo que, mientras ha visto como todo alrededor ha cambiado en la sociedad durante los últimos años, se mantiene rígido en toda su estructura: clases de 25-30 niños/as, agrupamientos según edad e inflexibles en los cuales deben tener todos el mismo ritmo de aprendizaje (y si no, se quedan atrás), horario, asignaturas, libros de texto, etc...
En el bosque
   Los otros espacios a los que Núria me ha llevado me han encantado también. Son centros lúdicos y libres destinados a que niños y niñas pasen la tarde después del cole (a partir de las 14 horas); pero no son clases extraescolares, son espacios que ofrecen  varias estancias (zona de taller, de relax, de juego, etc...) con materiales diversos y donde cada cual elige lo que quiere hacer. Uno de ellos está diseñado por un arquitecto asesorado para crear un lugar muy acogedor y su nombre es Centro Jan Loris & Marie”.

"Bici-ruta"
   El otro centro tiene la misma finalidad pero está situado en el bosque (“Robinson”) y los estudiantes eligen actividades al aire libre y usan madera para hacer fuego o para construirse objetos para jugar o tocar música. Muchos de los/as que acuden van solos y solas en bici pero otros/as prefieren ser recogidos/as en su cole así que han construido los "bakfiets" (una "bici-ruta") que les recoge y les deja en estos centros después de un agradable paseo.

Texturas                 Trabajando con madera              Arenero
   

Estas actividades de por la tarde son llevadas por maestros y maestras pero hay estudiantes de la universidad, de cualquier carrera (no necesariamente de magisterio) que colaboran en los talleres y llevando los "bakfiets".

    Siguiente parada: Escuela pública de educación Infantil y Primaria Monstessori "Jan Vermeer". En Holanda, todas las escuelas (reconocidas y homologadas) son públicas pero no del todo gratuitas (sería como en España la concertada) pero todas reciben la misma ayuda de la Administración y cada familia elige el estilo de educación que quiere para sus hijos e hijas. Esta escuela, dentro de seguir el curriculum obligatorio para cada curso, sigue el método que María Montessori desarrolló a principios del siglo XX. Ella tenía una mirada muy respetuosa hacia la infancia y decía:
"la educación desde el comienzo de la vida podría cambiar verdaderamente el presente y futuro de la sociedad. Tenemos que tener claro, eso sí, que el desarrollo del potencial humano no está determinado por nosotros. Solo podemos servir al desarrollo del niño, pues éste se realiza en un espacio en el que hay leyes que rigen el funcionamiento de cada ser humano y cada desarrollo tiene que estar en armonía con todo el mundo que nos rodea y con todo el universo» 
Material Montessori
   Este colegio ofrece unos espacios absolutamente maravillosos, con aulas acristaladas (para que entre mucha luz y para que la gente pueda ver de fuera a dentro y viceversa) que cuentan con materiales específicos que facilitan la autonomía en la adquisición de los contenidos.Los grupos son flexibles, con niños y niñas de diferentes edades que se mueven libremente por las aulas y se hacen responsables de su aprendizaje. Las maestras que yo vi están atendiendo las necesidades de quien lo necesite y hacen un seguimiento específico sin necesidad de someterles a exámenes ni otras pruebas escritas. Cada estudiante, tenga la edad que tenga, se lleva un almuerzo y lo come cuando siente hambre. Siempre hay bandejas de fruta para compartir. Trabajan por proyectos eligiendo un tema que cada cual investiga y luego lo presenta al resto de la clase. Sus horarios son también flexibles y se van acoplando a las necesidades de cada grupo.
   
    Me gustó mucho compartir este día con Núria en Delft y me gustó mucho lo que vi, me llevo buenas ideas. Reflexionando con ella y contándole mi experiencia previa me pudo entender cuando me inclinaba más hacia una escuela todavía más libre. Es verdad que aquí los estudiantes experimentan cierta libertad pero, siempre que haya como meta algo impuesto por otros, un curriculum establecido ¿podemos hablar de libertad real? Candy Landvoigt, de la The Highland School, en USA, hace una comparación (algo extrema pero muy clara) después de ver una película en la que una madre debe elegir a uno de sus dos hijos para que sobreviva mientras que el otro será asesinado. ¿Tiene la protagonista cierta libertad de elección? Sí, pero si pudiera ¿no elegiría otra cosa (que vivieran los dos)? Pues ella dice que así son muchas de las escuelas democráticas que dejan a sus alumnos y alumnas elegir el cómo adquirir los contenidos, pero tienen el qué impuesto desde fuera y aunque la maestra les ofrezca elegir entre una actividad y otra dentro del aula... si pudieran ¿no elegierían otra cosa?

   Me gusta pensar en esta libertad que transmite a los estudiantes confianza. Me gusta saber que se están haciendo diferentes cosas interesantes en educación. Me gusta pensar que me van a recibir así de bien en todas las escuelas que visite. Y me gusta pensar en qué bien me he sentido en mi primera experiencia de este periplo educativo que me he propuesto para este año. 
    Gracias, Núria. Gracias, The Nederlands.

  








 

lunes, 1 de octubre de 2012

¿Queremos que los niños y niñas aprendan a viajar?

New York City
     Ya me voy de Amersfoort. Ya dejo la ciudad en la que nació y vivió Mondrian, pintor que evolucionó del más puro realismo hacia lo abstracto, en cuyas obras utilizaba solamente finos trazos verticales y horizontales para representar la realidad. Sostenía que el arte no debía implicarse en la reproducción de imágenes de objetos reales, sino expresar únicamente lo absoluto y universal que se oculta tras la realidad. Así realizó cuadros que representan grandes ciudades como Nueva York, con líneas rectas y solo 3 colores. Qué simple,¿no?
    Ahora es Amsterdam la que me inspira, la que me ayuda a reposar mi experiencia de las dos últimas semanas (de la que seguiré hablando mucho). Mapa en mano, cruzo las calles mirando de lado a lado para no ser sorprendida por un tranvía, un autobús, un coche, un ciclista, etc. y me doy cuenta de la suerte que tengo por estar aquí, haciendo en cada momento lo que más me apetezca, haciendo de turista, a mi manera. Porque uno también puede ser turista como quiera y vivir la ciudad visitada como más le apetezca. A lo mejor no visito ni un solo museo... no creo que coja ni un barquito en el canal... ¿tulipanes?, ¿molinos?...Pues haré lo que me plazca que para eso soy yo la que decide por mí, y espero no recibir ni un solo comentario de mi gente que diga "hija, ¿no has ido a ver el...?" o "chica, vaya pena que te perdieras lo de..." porque le diré "no he ido porque ¡no me ha dado la gana!" (que si, mamá, que lo voy a ver todo, es como una broma para enlazarlo con lo que voy a contar ahora...). Tenemos tanta tendencia a juzgar todo lo que hacen los demás, que ya hacemos juicios sin darnos cuenta de que es una valoración y una absoluta intromisión en la vida de los demás (entre los y las que, sin duda y a mi pesar, me incluyo) y con los alumnos y alumnas es aún más evidente.
     Estar aquí ahora me hace sentir muy libre y me recuerda al Sudbury Valley School. Cuando estás de viaje con gente y otra persona toma las riendas (y el mapa), o si es un viaje organizado, te dejas llevar; llegas a los sitios porque te llevan otros, te dicen qué transporte coger y dónde; si hay un guía, te lo cuentan en tu idioma. Disfrutas un montón, ¿eh? y, para ciertos viajes, es lo ideal pero ¿realmente has aprendido a moverte en ese lugar? Hay lugares preciosos, donde disfruté, de los que no recuerdo casi nada.
     Cuando estás sola, tú buscas dónde dormir, qué tranvía coger, dónde comprar el billete (¿para un solo viaje o uno válido 24 horas? haré las cuentas para ver qué es más rentable), haces el esfuerzo de usar las dos palabras que aprendiste en el idioma del lugar (lekker, heiligenbergerweg), etc... Entonces, una vez más, estás decidiendo y eligiendo lo que quieres en cada momento de tu viaje, de tu vida (aunque no siempre puedas elegir lo más divertido o lo que más desearías) y, no me vais a negar, que una se siente de otra manera viajando así.
   Pues lo que plantea este tipo de escuela es algo así. ¿Queremos darles un viaje organizado a nuestros niños y nuestras niñas, donde no puedan decidir qué país visitar ni qué hacer ahí, o queremos que aprendan a viajar? Por mucho que vayan innovando las escuelas, la educación es un viaje organizado en el momento en que hay un currículo cerrado que dicta lo mismo para todos y todas. Una se fijará más en los peces del canal y otro en los patos, una cogerá el autobús y otro el tranvía, pero ambos habrán viajado al país que les haya tocado sin posibilidad de elegir destino. 
    Parece que queremos pintar a los estudiantes, con todo detalle, la realidad que nosotros vemos, la misma para todos y todas, y no dejamos que descubran lo que ellos ven. Como descubrió Mondrian, tal vez sea mucho más simple, dos dimensiones: respeto y libertad, ¡que ellos elijan los colores! y así saldrá lo esencial que llevan dentro, lo "simple" (lo absoluto y universal que se oculta tras la realidad).

     Cojo el tranvía número 13. Bajo en Westermarkt. Hay una gran cola de gente esperando para entrar en la casa museo de Ana Frank. No estoy segura de querer entrar y ver el lugar que fue testigo de tanto miedo e inseguridad de una familia y en concreto, de varios niños y niñas. Las líneas que ella escribió en sus diarios durante esos años de incertidumbre, nos demuestran la fuerza que tuvo para poder aguantar semejante situación. Muchas de sus frases expresan gran madurez y responsabilidad al entender cómo debían actuar en cada momento. Me impresiona (y me duele) cuánto son capaces de aguantar los niños y niñas. ¿Acaso no pueden soportar situaciones, en ocasiones mucho más dolorosas, mejor que la gente adulta? (separaciones difíciles, situaciones de maltrato, abusos, humillaciones, etc.) Y, en muchos casos, no se quejan sino que se callan para no entristecer a su padre ni a su madre o incluso, en ocasiones, se sienten culpables y merecedores de ello. ¿Quién dice que no están lo suficientemente preparadas y preparados para asumir responsabilidades y saber qué es lo mejor para ellos y ellas?
    Entro en el museo y agradezco que un molesto dolor de cabeza me haga recorrer la casa rápidamente para no acabar este bonito día con cierta tristeza.