sábado, 20 de abril de 2013

Thank you, Sudbury Valley School

     
    El vuelo sale con retraso. Ha habido dos explosiones en el centro de Boston y las medidas de seguridad se extreman. No siento miedo (no creo que vaya a pasar nada más) pero sí dolor; la gente se une para correr una maratón, se esfuerza, se entrena, se arriesga y el premio es horrible, sobretodo para unos cuantos... Mientras espero, James Taylor suena en el hilo musical del aeropuerto. Buena elección para una despedida, así se me hace más corta la espera, mientras turistas y bostonianos miran las pantallas de televisión donde retransmiten lo ocurrido desde el centro de la ciudad.
      Aprovecho a releer mis apuntes sobre mi visita a Sudbury Valley School y encuentro una de las claves que me hizo volver a ver la riqueza de una educación de este tipo (nada nuevo pero muy bien explicado), pero eso os lo cuento luego...

     El viernes, mi último día de visita, fui una de las últimas en irme del cole, casi todos se habían ido antes de las 16.00hr para dar comienzo a su semana de vacaciones. Las salas quedaron vacías, faltaba la vida en esa enorme casa. Mi segunda semana de visita me ha regalado conversaciones interesantes y reuniones importantes que me han ayudado a entender más el funcionamiento de la escuela. Me siento muy agradecida por haber podido asistir a esas reuniones donde adultos y jóvenes debaten, comparten emociones y toman decisiones sobre el futuro del colegio.
     He disfrutado también de una extensísima conversación con Hanna Greenberg, una de las fundadoras y actuales acompañantes de la escuela. Le preguntaba, entre otras cosas, que si al comenzar hace años, ella imaginaba que el cole sería como es a día de hoy. Me contaba que al empezar con el proyecto, su marido Daniel y ella sabían que querían crear un lugar bueno para los niños y niñas y que les dejarían hacer con su tiempo lo que quisieran, pero dice que no imaginaba que la realidad fuera a superar positivamente el sueño que ella y él tenían. Entre otras cosas, ella veía que la escuela tradicional potenciaba únicamente un tipo de inteligencia y que había otras muchas inteligencias que no eran tenidas en cuenta y en la escuela no eran fáciles de desarrollar. Entonces se pusieron en marcha y ya han pasado 45 años en los que han visto pasar generaciones de niños y niñas que han realizado ahí su escolaridad o parte de ella. Dice que lo que no imaginaba era que esas niñas y niños, con el tiempo serían personas tan auténticas, con las cosas bastante claras y una fuerte personalidad. Y yo he podido comprobar que eso es real, esta escuela permite a cada persona ser quien realmente es y desarrollar las capacidades que cada una tiene o elige entrenar. 
      Entiendo perfectamente los miedos que suscita este tipo de educación, teniendo en cuenta que nos centramos siempre en el miedo que da que los estudiantes no adquieran conocimientos que consideramos imprescindibles, pero si nos fijamos en todo lo que sí aporta para educar a personas  auténticas y competentes, si nos fijamos en el bosque y no solo en el tronco en el que ponemos la atención, vemos que lo que debería darnos terror es centrarnos en esas preocupaciones sobre los contenidos, porque entonces damos importancia a una única faceta de la complejísima organización de un ser humano.

      Estos días he tenido tiempo también para releer las tesis que los estudiantes escriben cuando se sienten preparados para dejar el colegio y salir al mundo a vivir como adulto. Me impresionan las cosas que dicen sobre su experiencia en esta escuela y cómo, en la mayoría de los casos, les cambió la vida. Una chica cuenta cómo se sentía en su antiguo colegio: "Cuando aprendíamos algo que me interesaba, era puntual, prestaba atención en clase y estudiaba. Luego, cuando estaba muy motivada y con ganas de saber más, cambiábamos de tema. Me sentía como un árbol cuyas raíces eran constantemente cortadas, negándome la posibilidad de crecer" "Gracias a venir a SVS, pude aprender cosas que no habría aprendido de otra manera. Aprendí a ser yo misma sin importar lo que la gente opine. Descubrí mis opiniones y aprendí a expresarlas. Encontré y perseguí las cosas que me apasionan y seguiré haciéndolo el resto de mi vida..." 
Este es solo un ejemplo de los muchos estudiantes que pasan por aquí pero muchos coinciden en que salir de esta escuela no es algo que vaya a suponer un cambio radical en su vida porque no ven apenas diferencia entre la vida escolar y la vida, y no ven diferencia entre lo que hacen en la escuela y lo que supone la llamada vida adulta. Y es que lo que me dijo uno de los chicos de 18 años, que yo ya tenía claro pero que estaba tan bien explicado, es que: 
"En una escuela regular el trabajo está separado del juego y la diversión. Como estudiante tienes la obligación de responder al trabajo, esforzarte bajo presión, trabajar en el cole, en casa, etc...y a parte, separado de eso tienes el juego y la diversión. Así lo aprendemos y así lo continuamos haciendo cuando somos adultos: trabajo vs juego. En una escuela como Sudbury Valley School, trabajo y juego van de la mano, todo es uno porque todo lo que haces surge de una motivación, y así lo sigues haciendo cuando te incorporas al mundo adulto: disfrutas trabajando, trabajas disfrutando". 
¡Y tan clarito que lo tenía el chico! Por favor, leedlo hasta que entendáis bien de qué está hablando, es el secreto para ser más felices y acabar con el stress y las insatisfacciones de nuestra vida ¿O no?

      Ya lo dije en otro momento, probablemente este sistema no sea el único que favorezca esto, o incluso tal vez no sea el mejor, pero yo no estoy aquí para decidir eso, estoy aquí para ir ofreciendo y compartiendo la realidad del panorama educativo; y ojalá lluevan más escuelas interesadas en educar mejor, y ojalá algún día sean públicas y tengamos libertad de elección, pero sí quiero compartir con vosotros y vosotras la alegría que siento por haber conocido este sistema y lo agradecida que estoy porque me ha hecho profundizar más en la educación y encontrar dentro de mí lo mejor que yo puedo ofrecer a los demás (y no sólo a los niños/as), acogiéndoles y escuchándoles sin juicio, y sin decidir qué deben hacer.
        
      El avión despegó, dejando en Boston una semana de miedo, angustia y luto. En él viajaban algunos corredores de la maratón que tuvieron la suerte de volver sanos y salvos. Yo también vuelvo sana, salva y muy contenta. Me llevo una experiencia preciosa que he disfrutado rodeada de gente amable, generosa y divertida. Justo antes de aterrizar, el cielo me regaló uno de los amaneceres más hermosos que he visto. Algo está amaneciendo en mi vida (me encanta buscar el sentido metafórico) y, por si no me había querido dar cuenta, la vida me lo muestra a las claras y por todo lo alto. Ok, I got it!



     Desde aquí doy las gracias a toda la gente del staff: Jay, Peter, Kelly, Maria, Christen, Scott, Mikael, Mimsy, Hanna y Daniel por ser tan amables, contestar a mis preguntas, ayudarme y hacerme sentir tan cómoda.
    Y a María, Isabel y Jonah por haberme regalado su hogar y su compañía, por las conversaciones, la comida, la música y todo lo demás.

miércoles, 10 de abril de 2013

El placer de aburrirse en primavera

Mi amiga, la dulce Isabel
     Vaya noche de tormenta, rayos y truenos al más puro estilo de Hollywood (¡esto es América!). Pero he llegado al cole y ha salido el sol. Anuncian que hoy llegaremos a casi 70º (Fahrenheit, ¡qué susto! que son unos 20º Centígrados). Las chicas han sacado sus shorts y sus vestidos de verano y los chicos las flip flops (chanclas). Yo no me he quitado el jersey ni las botas de invierno en las que llevo bien calentitos los calcetines más gordos de mi armario porque no dejan de ser 20 grados en una zona fría en la que aún quedan restos de nieve. 
     Sale el sol y sale la alegría y las ganas de estar fuera y jugar, correr, saltar, etc...o simplemente tumbarse en el cesped a leer, hablar o a disfrutar de un plácido aburrimiento, porque esa es una de las riquezas que ofrece un lugar como éste: el aburrimiento. Este estado casi siempre tiene una connotación negativa, cuando una persona dice "estoy aburrida" normalmente está diciendo que le gustaría no estarlo o está buscando algo para hacer y parar ese aburrimiento. Yo creo que el aburrimiento no existe, es más bien una ausencia de actividad, y deberíamos cambiar el mensaje que transmite para que deje de dar miedo, porque el hecho es que aburrirse da un poco de miedo, tal vez porque es estar con un@ mism@, sin distracciones, es estar en soledad, y no todo el mundo lleva bien eso de estar sol@. Cuando alguien dice "me aburro" está diciendo "no aguanto estar sin hacer nada y eso me inquieta" y lo dice porque busca entretenerse o que le entretengan. Bien, pues yo creo que eso a lo que llamamos erróneamente (bajo mi punto de vista, claro) aburrimiento es un estado que todos experimentamos con cierta frecuencia y que es algo natural, positivo y enriquecedor ya que ese estado de contemplación en el que no se hace nada es una oportunidad para escucharse, sentirse y dejarse ser, que es algo que nos permitimos hacer con muy poca frecuencia. Es un estado creativo también porque de ahí afloran ideas de las muchas semillas de ingenio que hemos ido sembrando casi sin darnos cuenta en nuestro interior o con las que hemos nacido y ni lo sabemos. Y qué bueno sería aprender a disfrutar de esos momentos desde la infancia.
     ¿Os habéis parado a pensar lo positivo que esto sería para los niños y niñas? ¿Habéis observado el tiempo que deja la escuela para que un niñ@ se pueda aburrir? y ¿Habéis visto la poca tolerancia al aburrimiento (a no hacer "nada") que tienen los niños y niñas que nos rodean? Están tan acostumbrados a que llenemos su tiempo con clases, actividades, trabajos y entretenimientos propuestos, que en cuanto tienen un minuto sin algo que hacer, dicen "me aburro" (much@s se ponen a jugar a su aire y no sienten eso jamás). 
      Teresa Belton, una investigadora de la universidad de Reino Unido dice: "los niños necesitan tener tiempo para 'no hacer nada', tiempo para imaginar y perseguir sus propios procesos de pensamiento o asimilar sus experiencias a través del juego o simplemente observar el mundo que les rodea". También dice que "ahora, cuando los niños no tienen nada que hacer, de inmediato encienden el televisor, la computadora, el teléfono o algún tipo de pantalla y eso provoca un cortocircuito en el desarrollo de la capacidad creativa". 
     Es verdad que, como ella dice, el tiempo que dedican al uso de la tecnología ha aumentado pero no creo que ésta sea la única encargada de rellenar los huecos en el tiempo de los niños/as, creo que es nuestra forma de vida, nuestras prisas y lo estructurado que se les da todo. Es curioso, hay personas a las que les gustan las escuelas libres y democráticas, donde cada cual hace con su tiempo lo que quiere y sin embargo me dicen "ese tipo de escuela está muy bien para algun@s niñ@s pero no para otr@s... Mi hija, por ejemplo, no habría estado bien ahí porque le gustan las cosas estructuradas y dirigidas". Me creo que sea así, pero yo pregunto ¿No será que es a eso a lo que se ha acostumbrado? ¿no será que no ha experimentado "sanamente" ese tiempo sin estructurar en el que puede encontrar su propia estructura? No sé, me cuesta creer que alguien nazca con una necesidad de estructura más allá de las típicas rutinas básicas que sabemos que son importantes para l@s niñ@s, o en los casos de necesidades especiales en los cuales la estructura y el orden son imprescindibles para dar seguridad.
      Yo veo estos días, en Sudbury Valley la calma, el ritmo y la serenidad con la que todo funciona. Aquí la gente tiene momentos en los que no hace nada pero eso no les supone un problema y no se oye nada acerca de aburrirse, simplemente se ponen a hacer algo cuando consideran que ese tiempo de no hacer nada se ha acabado.

      Hoy he tenido una conversación interesantísima y muy enriquecedora con una alumna de 18 años, lleva un año aquí y llegó después de pasar por varios colegios, alguno con especiales apoyos educativos pues tenía un diagnóstico relacionado con inestabilidad emocional. Ha compartido conmigo su experiencia y su sentimiento hacia el colegio y lo que ha provocado en ella. Dice que ha necesitado casi un año para "recuperarse", ha necesitado su espacio, su tiempo para acercarse a la gente y para encontrar su lugar, "hacer lo que quiero, a mi ritmo, sin que nadie me dirija ha provocado un efecto muy positivo en mí. Venir aquí me dignifica y me hace ser responsable" ¡Toma ya! Eso es lo que me contesta a la pregunta ¿Qué es lo que más te gusta de aquí? mientras decora mi empeine con rotus permanentes...Y es que eso es lo que los chicos y chicas perciben, que es un lugar donde se confía en ell@s y son reconocid@s y respetad@s por lo que son, que no es poco. ¿Habéis tenido la suerte de experimentar que alguien os trate así alguna vez? y ¿acaso no ha salido lo mejor de vosotr@s?
     Ella también me cuenta que su familia quiere que vaya el próximo curso a la Universidad pero ella dice que no está preparada y necesita otro año aquí, así que está trabajando por las tardes para pagarse el colegio el curso que viene. ¿Pagarse una matrícula en un cole en el que no se hace nada? Curioso ¿no? Algo tendrá esto que hace sentir así de bien a sus "usuari@s"...y yo tengo la suerte de poder verlo y comprobarlo. Cómo me gustaría venir aquí a diario, volvería a pasar mis años de colegio de esta manera. ¡Pena de máquina del tiempo que no está aún lista! 

    Hay varias cosas que me encantan de aquí. Una de las que más me gustan es ver a personas de distintas edades interactuando todo el tiempo, para jugar, para aprender, para debatir, para cocinar, para comer, etc...Otra es encontrar objetos personales por ahí, mochilas, teléfonos móviles de última generación cargando en cualquier enchufe, bolsitas de dulces o de comida apetecible, etc, sin vigilancia alguna. Saben que nadie lo va a coger (algun@s porque no es suyo, otr@s porque serían llevados al JC, pero el hecho es que el resultado es una convivencia segura). Es como una gran familia que se auto-regula, donde el bienestar común es la principal finalidad. Como dice Tonucci en un estupendo artículo que podéis leer aquí, "La escuela debe ser, sobretodo, un lugar donde se aprende a vivir. Y a vivir bien" y esta escuela de las afueras de Boston ofrece justo eso, un lugar donde no se enseña, sino que se aprende a vivir. Y a vivir bien. 




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viernes, 5 de abril de 2013

Sudbury Valley School, Massachusetts

    Mi primera semana en Sudbury Valley School llega a su fin, parece que acabo de llegar, todo es aún nuevo, pero a la vez me siento como si conociera a esta gente desde hace meses. Es tan cómodo moverse por la enorme y preciosa casa en la que encuentras todo tipo de salas y a todo tipo de personas haciendo distintas cosas, que me siento ya un poquito parte de aquí. 
   Cuando una familia ofrece a su hijo o hija ir a Sudbury Valley School, el cole le ofrece pasar una semana de prueba. Después, decide si quiere hacer el cambio o no. En mi primer día de visita yo tenía una duda sobre cómo usar algo en la cocina y justo pregunté a un niño que me dijo que no lo sabía porque era su primer día en su semana de prueba. Los dos éramos nuevos, los dos desconocíamos el funcionamiento del cole y ambos estábamos espectantes y algo nerviosos. Nos presentamos y nos hicimos muchas preguntas. Mi motivación para estar aquí era clara, observar a los chicos y chicas y aprender cómo se organizan; la duración, también: dos semanas. Para él era diferente, su motivación también estaba clara: ser feliz y disfrutar de su tiempo sin tener que estar sentado cinco horas escuchando a profes hablar y sin tener que hacer deberes toda la tarde "Odio el colegio", me decía. Su duración: una semana que podía ser definitiva en su vida escolar. No habían pasado dos horas y ya sabía que quería pasar el resto de su escolaridad aquí, aún viendo que llegar nuevo a un lugar así puede ser difícil y requiere de un proceso de adaptación.
     Hemos hablado bastante durante esta semana, me interesa mucho saber cómo se ha ido sintiendo y él parece estar muy interesado en cómo estoy yo porque me devuelve las preguntas que le hago y cuando ha probado a hacer algo nuevo, como usar el torno para trabajar arcilla, me ha dicho "you should definitely try this!", como si fuera una compañera más (aquí, los adultos están muy cerca de l@s niñ@s y de los adolescentes). Además de ser un chico sensible y majísimo de 11 años, creo que le gustaba sentir que no era el único que se enfrentaba a algo nuevo.

     Ya he descrito en otros post cómo funciona esta escuela pero voy a insistir en detalles que son los característicos de este sistema tan interesante. Aquí acuden diariamente unos 130 alumn@s entre 4 y 19 años, tienen que estar cinco horas entre las 9 y las 17 hr. que es cuando está abierto el colegio, y hacen básicamente lo que quieren con su tiempo. Los adultos están para garantizar su comodidad y seguridad así como para dar respuesta a las necesidades que tengan a nivel de estudios o de organizar actividades. Pero, claro, un lugar así requiere de cierto orden o de ciertas normas, ¿no? 
    Al principio, hace años, había unas pocas normas básicas de convivencia para garantizar el cuidado del prójimo, de la naturaleza y de los materiales, pero poco a poco necesitaron detallar más cada norma llegando a redactar un listado al que llaman "law book" y el cual consultan a diario mientras resuelven los conflictos en el JC, el Judicial Comitee que se reúne a las 11 a diario para atender las quejas que estén escritas. Cuando alguien pide a otro alguien que deje de hacer algo porque le molesta y no le hace caso, cuando alguien ve que alguien está haciendo un mal uso de algo o cuando alguien siente que hay algo importante para resolver, lo escribe en una hoja destinada para ello y lo deja en una carpeta sabiendo que al día siguiente a las 11, su tema será tratado. El JC está formado por 7 alumn@s de diferentes edades y una persona del staff (adultos acompañantes), todos juntos revisan las quejas y llaman a las personas implicadas, hacen las investigaciones pertinentes y deciden las consecuencias, dependiendo de las normas que hayan infringido. 
     He asistido cada día al JC. Es impresionante ver cómo funciona y cómo llegan a acuerdos y toman decisiones con un gran respeto hacia lo que los demás tienen que decir, es impresionante el cuidado con el que redactan cada informe buscando ser totalmente fieles a lo que ha ocurrido y es impresionante el tiempo que dedican a ello a pesar de que podían estar haciendo otras cosas posiblemente más interesantes para ell@s, pero saben que este sistema es el que les ayuda a mantener el orden y una convivencia agradable. Os podéis imaginar todo lo que aprenden y las habilidades que desarrollan realizando este trabajo. 
    Los jueves a las 13.00 hr. se reúne el School Meeting. Es la reunión o asamblea a la que puede acudir toda la gente que quiera y es donde se toman las decisiones importantes y donde se revisan los informes del JC, de tal manera que todo el mundo está constantemente informado de lo que ocurre en el cole (si quiere, claro). Es una reunión seria, dirigida por un moderador o moderadora (alumn@) que sigue el "orden del día", da turnos de palabra y hace las propuestas para que sean votadas, después de haberlas discutido. 

    El resto del tiempo lo paso viendo a los chicos y chicas hablando, jugando al ordenador, con los columpios en el jardín, jugando al frisbie, al baloncesto, usando monociclos, escalando árboles,  tocando algún instrumento de música o grabando en el estudio, pintando, cocinando cookies para el día de puertas abiertas, o leyendo tranquilamente en uno de los múltiples sofás que hay en la escuela. 

   Tod@s son diferentes, personas interesantes, capaces, educadas, respetuosas, amables, generosas, confiadas, divertidas, sinceras, etc... y eso es lo que se respira. La profe de arcilla que viene 3 días a la semana para enseñar y ayudar al que quiera, lleva años trabajando con niñ@s y dice que estos son l@s más felices que ha visto. 

     ¿Qué os voy a decir? Estoy en un punto en que lo que de verdad me importa es eso, que sean felices y que cada cual elija el camino hacia su felicidad, no que otras personas lo hagamos porque, en el fondo, en el cole no pensamos normalmente en su felicidad, pensamos en que hagan lo que queremos que hagan y que, a ser posible, no les incomode demasiado pero no les preguntamos jamás sobre lo que necesitan para ser más felices, y cuando lo expresan, nos reímos de ell@s.  
      Me ha emocionado de verdad hablar con mi nuevo amigo de 11 años, no sé si es porque sufre en su cole, tal vez porque me ha contagiado su emoción por venir a este colegio o porque he conectado con mi niña interna, a la que le habría asustado llegar a un sitio nuevo como éste pero a la que le habría encantado encontrar este lugar que te ayuda a ser tú misma sin esperar a tener 30 años y pasar por mil experiencias para conseguirlo.
    Ya han venido a recogerle. He salido a despedirme de él. Nos hemos deseado mucha suerte. Su cara está llena de esperanza, sabe lo que quiere y sobretodo sabe lo que no quiere. Le he observado desde una ventana mientras recorría el camino hacia el parking y he sentido como mi corazón ha latido de otra manera. ¡Suerte, amigo!