martes, 15 de diciembre de 2015

"Todas las personas deberíamos ser feministas"


En Suecia, todos los adolescentes de 16 años van a recibir una copia del libro "We should all be feminists" de Chimamanda Ngozi Adichie.


     
        Una de las cosas que me gusta de la lengua inglesa es que es muy poco limitante en cuestiones de género. Se pueden decir muchas cosas en las que se sientan incluidas todas las personas: niños y niñas a la vez, hombres y mujeres, etc. Sus pronombres (en plural: we, you, they) no son femeninos ni masculinos, son unisex. Lo mismo ocurre con los artículos (the, this, that, those...), y los adjetivos no cambian de sufijo en función de a qué o quién califiquen (good, beautifull, funny, ugly...). Tienen palabras en plural que pueden incluir a ambos sexos: usan "children" para referirse a niños y niñas, "siblings" para hermanas y hermanos, "all" para todas y todos, etc.
      No pretendo escribir hoy sobre las diferencias entre las lenguas pero me sorprendió el título de este maravilloso libro escrito por Chimamanda Ngozi Adichi: "Todos deberíamos ser feministas". Me sorprendió que pusiera "todos" (a lo mejor ella lo supervisó y le pareció correcto pero a mí me sorprendió) y, desde luego, no es el título que ella le puso en inglés ya que en inglés es "We should all be feminists" cuya traducción exacta no se puede hacer ya que no existe una sola palabra para traducir "all", usamos esa: todos, pero a día de hoy muchas personas consideramos que esa palabra no incluye a todas las personas. Por lo tanto la traducción más adecuada sería o bien la que he puesto en el título, o "todos y todas deberíamos ser feministas".
      
      Supe de la existencia de esta mujer hace ya varios años cuando mi amiga Vicky me envió la charla TED (creo que fue la primera TED que vi) titulada "The danger of a single story" ("El peligro de la historia única"). Me encantó lo que decía y cómo lo decía.



      Ahora me llega algo nuevo de ella, de las manos de mi amiga María y su pequeño y exquisito regalo de cumpleaños (pequeño por el tamaño del librito). Es la publicación de otra charla TED en un libro de pequeño formato de 55 hojas, donde hace una exposición sobre la situación (antigua y actual) del hombre y la mujer en la sociedad, e invita a que todas las personas seamos feministas, entendiendo por eso lo siguiente:

 "hay un problema en la situación de género hoy en día y tenemos que solucionarlo, tenemos que mejorar las cosas y tener una igualdad social, política y económica entre los sexos"

      Creo que lo mejor es que veáis la charla y que os compréis el librito para subrayar todo lo importante que no debemos olvidar. Yo solo voy a añadir alguna cosa más a partir de mi propia reflexión.

      En Suecia, todos los adolescentes de 16 años van a recibir una copia del libro. Es una iniciativa de una editorial sueca para hacer que los jóvenes se cuestionen la situación del género en función de sus propias experiencias.  

      Es importante y necesario en primer lugar, que a todas las personas les quede claro el concepto de "feminismo" y, en segundo lugar, que estén de acuerdo con el mensaje de la nigeriana y se unan a este movimiento ¿Cómo? Siendo activistas de alguna manera, y eso no supone salir a manifestarse ni ponerse en contra de nadie. 
      Ser activista en este sentido supone REACCIONAR ante los pequeños y grandes gestos que a diario invisibilizan, silencian, humillan, y colocan en un lugar inferior a la mujer. Y esto no pasa solo en Africa, esto sigue ocurriendo a nuestro alrededor. 
     Ocurre cuando le ponen el ron a tu acompañante masculino y a ti el acuarius, ocurre cuando explican al hombre con el que vas a por tu coche cómo cuidar el motor del coche o cómo abrir la cuenta bancaria. Ocurre cuando nuestra actitud hacia los niños en el aula es diferente que la que nos hace dirigirnos a las niñas con suavidad o con juicio por hacer algo que "no es de niñas" (cuento más en la entrada "El rosa no es de niñas") y cuando llamamos a la mamá en lugar de al papá para que vengan a una tutoría, cuando aún no sabemos cuál de los dos es el que está disponible para estos asuntos.


       Sí, ya sé que cada vez se da menos esto que os planteo pero, precisamente por eso es más importante reaccionar ante esos "micromachismos" ya que si no, quedarán encapsulados y normalizados. Hay que reaccionar y decir algo a la persona que lo dice o hace. Eso le llevará a cuestionarse (si quiere) su actitud y tú habrás puesto un límite que está ayudando a toda la humanidad (aunque no lo creas).



"El problema del género es que prescribe cómo deberíamos ser en lugar de reconocernos cómo somos"




       El lugar que ocupa la mujer no es el único problema del que habla esta activista africana. Añadido a esta situación están los prejuicios, juicios y castigos que recibimos a diario por no ser del todo "como deberíamos ser" al haber nacido hombre o haber nacido mujer.

      Los niños y niñas, así como los adolescentes y muchos adultos, no pueden crecer y vivir en libertad porque cuando lo hacen son castigados por su familia, por sus compañeros/as y profesoras/es de clase, y por toda una sociedad que les recuerda, de muy malas maneras, cómo deberían comportarse por tener pene o por tener vulva: cómo hablar, cómo caminar, correr y sentarse; qué emociones mostrar; con quién acostarse y cómo hacerlo; qué actividades lúdicas y deportivas; qué juguetes tener y hasta qué turismo hacer...más otras tantas que os invito a compartir. 

       El género no debería limitar la autenticidad de cada persona aunque hasta ahora lo haya hecho. Debemos respetar lo que los niños y niñas quieren ser y hacer, escuchemos sus deseos y respetémoslos siempre que no lastimen a nadie ni a sí mismos/as, porque cuando no lo hacemos, SUFREN y se llenan de contradicciones e inseguridades que no ayudan nada y les auguran un futuro más difícil, os lo aseguro.

       Os invito a que dediquéis un ratito a ver el vídeo y después le deis difusión. Tenemos mucho por hacer aún y lo haremos. 
¡Seamos todas y todos feministas!

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Los malditos deberes


La Montaña Roja


      Siempre que la visito me pasa. No es enorme, no es imponente pero tiene algo especial y es que está justo donde tiene que estar. La Montaña Roja, esa hermosura hecha de lava que se tiñe con la luz del atardecer, me conmueve de una manera especial, me conecta conmigo, me reflejo en ella y me hace sentir que estoy donde tengo estar. Qué pocas veces sentimos eso de saber que estamos donde debemos ¿no? Qué pocas veces nuestro deseo coincide con lo que estamos haciendo; y diréis “claro, es que es imposible tener siempre lo que deseamos”. Yo no me refiero a deseos puntuales como cuando estás agotada de trabajar y dices, mi deseo es irme al Caribe una semana (o dos) a desconectar, o cuando no te salen las cosas como quieres y piensas en dejarlo todo. No, me refiero a cuando estás haciendo con tu vida lo que debes hacer, y lo sabes. Lo sabes porque lo sientes en tus entrañas y en tu corazón, lo sabes porque has luchado por ello, y lo sabes porque la vida y la fortuna te han acompañado para que puedas hacerlo (que no es poco).

     Qué difícil es estar donde tienes que estar.

     Y me pregunto yo ¿en qué momento una deja de ser quien es para ser lo que los demás quieren que sea? ¿En qué momento se pierde esa autenticidad que te mantiene “conectada”? ¿Será desde siempre así, ya que mamá y papá deciden por nosotros desde que nacemos? ¿Será en la adolescencia, que es cuando perdemos cierta inocencia? ¿Será cuando la obligación de ganarnos la vida nos hace coger “cualquier” trabajo y en él nos enquistamos? ¿En qué momento una deja de ser quien es para ser lo que los demás quieren que sea? No lo sé, probablemente cada persona lo pueda identificar en algún momento de su historia (si es que se acuerda).
       Me gusta observar a los niños cuando me cuestiono este tipo de cosas. Yo creo que la mayoría de los niños y niñas son ell@s mismos; siempre que no se les haya cortado ese flujo de conexión,  están conectados con la vida, con las personas, con los animales y la naturaleza; están conectados con sus intereses y saben qué quieren hacer, saben a qué quieren jugar y saben qué quieren aprender. No digo con esto que haya que dejarles hacer todo lo que quieran ¡cuidado! Ahí tienen que estar los adultos responsables poniendo límites, diseñando el “espacio” por el que se pueden mover los peques sin caerse al vacío: poniendo suelos, muros y puertas para dejarles muy clarito que solo ahí se pueden mover libremente (¡y cómo lo agradecen!). La libertad requiere de muchos límites a los cuales el niño/a se agarra para poder desarrollar su propia responsabilidad.
     
     ¿Qué pasa con el espacio escolar? Lo mismo. Cuanto más claros estén los límites, mejor sabrán desenvolverse los niños y niñas. Y es cada colegio el que decide cuántos límites poner y en qué sentido. Y, aunque suene contradictorio, cuanta más libertad se quiera dar, más límites debe haber.
       Ya sabéis que yo apuesto por una educación en la que la elección de aprendizajes sea libre; puede haber mayor o menor oferta de clases y talleres, pero es fundamental respetar los deseos y ritmos de cada persona y no ejercer ninguna presión negativa (considero que presionar a un niño que ha abandonado un proyecto al encontrar una dificultad para avanzar, y explicarle que no debe dejarlo a medias, sería una presión positiva).

Cuando hay libertad se aprende con pasión, pasión irrefrenable que te hace querer saber más y más de lo que a veces incluso ya sabes. No es raro ver a niños/as que salen de una escuela libre y quieren seguir aprendiendo de aquello que han escuchado ese día o de algo que han descubierto jugando con sus amigos y amigas. Algunos/as dedican gran parte de la tarde a seguir aprendiendo. "Papá ¿puedo ver ese documental de dinosaurios?", "mamá ¿podemos ir a la biblio a sacar un libro de minerales?", "Carla ¿me puedes dar hojas para hacer sumas en casa?" etc.
    ¿En casa? ¡Quieren seguir haciendo cosas en casa! ¿Y nadie les ha obligado?…aquí pasa algo raro.

        Ya sabéis por dónde voy ¿no? Los deberes, sí, ese monstruo que aterra a niños, niñas, madres y padres, con los que parece que nadie está de acuerdo pero que siguen teniendo un gran protagonismo en la mayoría de colegios y de casas. Creo que la existencia de deberes (la palabra implica ya obligatoriedad, si no me equivoco) es una muestra clarísima de la enfermedad del sistema educativo.
        Tenemos que obligar (bajo amenaza) a niños y niñas a que hagan unas tareas, los deberes, porque si no...¡No los harían! ¿Por qué? Porque antes que eso ya les tenemos
que obligar para que aprendan, para que aprendan un montón de cosas porque sí, porque así lo dice un guión en el cual ni han participado, ni les suele interesar demasiado. Tan poco les interesa, que tenemos que enseñarles los mismos contenidos año tras año a lo largo de la Primaria para asegurar que algo les queda. Qué pena ¿no?
          No solo les hacemos daño con esa obligación sino que mientras tanto, les mantenemos alejados de su verdadero interés a la fuerza, ejerciendo una autoridad que no tienen más remedio que soportar.  

        Si los niños y niñas amaran lo que aprenden, aprenderían de verdad, de forma continuada y con naturalidad: cuando acompañan a la compra, cuando cocinan, cuando ayudan, cuando juegan, etc… y no habría tanta división entre lo que hacen en el cole y lo que hacen en casa. En casa tienen que disfrutar con sus cosas y su familia, y en el cole tienen que disfrutar aprendiendo y conviviendo. La casa es la familia, es la atención, es el amor y es lo que quieran ser. No tenemos ningún derecho como docentes a meternos durante ese horario en las casas y hacer a las familias cómplices de algo en lo que no creen: hacer que su hijo o hija pase 2 ó 3 horas trabajando en casa después de las 8 horas que ya estuvo trabajando en la escuela.
                 

        ¿Habéis visto este estupendo vídeo de 3 minutos? Conviene verlo dos veces porque la segunda, como ya sabes el final, lo ves de otra manera. Me pone los pelos de punta: "Experimento sobre horarios laborales"   

         Para mí, los deberes son el instrumento que los docentes usamos para que los niños y niñas aprendan y memoricen lo que en clase no se ha podido explicar bien o no se ha conseguido hacer llegar a los 25 ó 30 estudiantes que supuestamente nos escuchan, puesto que es imposible tener la atención del grupo completo, y no todos escuchan entendiendo de la misma manera. Son el instrumento que remarca la absurdez que supone hacerles aprender en una pizarra o un libro de texto lo que tienen al alcance de la mano y deberían manipular durante horas, antes de llevarlo al papel. Pero como eso no es posible en el formato actual, hay que triplicar el tiempo que deben pasar delante de un papel (sufriendo en muchos casos) para que entiendan algo que podrían entender en 15 minutos (disfrutando siempre). ¡Qué le vamos a hacer!

         Pues algo hay que hacer y es urgente. Deberíamos buscar un término medio, a día de hoy, mientras llega el cambio, la tan esperada revolución educativa. Como de momento no se van a hacer libres todas las escuelas (aunque muchas se van adaptando poco a poco a los cambios), ni los niños y niñas van a llegar a casa de repente deseando hacer tareas, yo propondría a los docentes alguna mejora en torno al tema de los deberes en cuestión: 
       Se podría dejar al final de clase un tiempo para practicar lo explicado, aprovechando el trabajo cooperativo entre compañer@s de tal forma que, el que domine el tema, o lo haya entendido claramente, eche una mano a quien tenga alguna dificultad. Además de ese tiempo de clase en el que el docente está presente, siempre se pueden ofrecer actividades complementarias para hacer en casa, si se quiere, con la intención de que puedan ponerse a prueba a sí mismos, y no por tener que rendir cuentas a nadie. Puede haber un blog del colegio donde estén estas actividades y enlaces a juegos interactivos, como ya hacen muchos coles. Lo perfecto sería que hubiera un sistema de autocorrección de dichas actividades para que el/la profe no tuviera que corregir a diario, y tal vez que ofreciera un ratito al día (o a la semana) para recibir, a modo de tutoría, a quien deseara revisar sus tareas.
        También puede haber compañeros/as de clase que quieran ayudar a otros/as en esta línea y deseen dedicar tiempo de patio, por ejemplo, o fuera del cole (incluso vía skype) a acompañar a niños que lo necesiten.
       Creo que lo que es verdaderamente importante es que el estudiante (da igual la edad) se pueda comprometer y desee aprender, y el docente ofrezca instrumentos para que sus alumnos puedan alcanzar los objetivos. Así estarían todos más contentos ¡seguro! Internet ofrece un montón de recursos para aprender cualquier cosa, tanto para alumnos/as de primaria como de secundaria. Espacios como Khan Academy o Coursera, así como muchos blogs de colegios e institutos, ofrecen vídeos explicativos y actividades para aprender prácticamente todos los contenidos del currículo.

      Querid@s compañeras y compañeros docentes, tenemos una enorme responsabilidad nosotros y nosotras, los que estamos día a día al pie del cañón, los que miramos a los niños y niñas cada día a la cara y les obligamos a hacer más de lo que deben, los que a veces, sin querer, les humillamos porque no han traído el trabajo hecho de casa cuando no tenemos ni idea de lo que puede estar pasando en su casa, y los que deberíamos hacerles creer en ell@s mism@s y mantener despiertas sus ganas de aprender. 

      Me declaro totalmente en contra de los deberes tal y como los sufrimos tod@s a día de hoy y más aún con el déficit tan preocupante que hay de JUEGO. Somos muchas las personas que nos lo estamos tomando en serio y debemos seguir pensando con creatividad cómo seguir mejorando y colaborando con el gran cambio, pero tal vez, de momento y para aquell@s que les cuestan los cambios, pequeñas ideas para ir introduciendo mejoras sirven de guía para ir superando el miedo.

       Querida Montaña Roja, gracias por todo lo que me das, tú si que estás donde tienes que estar, y yo... Yo sé que estoy dónde tengo que estar cuando puedo acabar el día nadando en el mar.

       Querido Francesco Tonucci, gracias por la dura realidad que eres capaz de dibujar con tantísima dulzura y amor. Tú sí que sabes mirar y escuchar a esos seres bajitos que tanto nos necesitan. 




miércoles, 14 de octubre de 2015

Vote: Carla for traveller.




     Una puerta se cierra y entonces se abren otras...o no se abren, sino que tienes que llamar, o tal vez recoger la llave que está debajo del felpudo. ¿Qué pasa con las oportunidades en nuestra vida? ¿Nos llegan? ¿Las buscamos? ¿Las elegimos? Supongo que un poco de todo, lo de siempre: estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado y con la actitud adecuada para recibir la información, y después, por supuesto, poner bastante de tu parte. Ahí es donde las prioridades de cada cuál determinan el futuro.
     Me he encontrado con una oferta, un concurso que me puede dar la oportunidad de quitar el polvo a mi mochila y seguir dando vida a este proyecto que me une a todos vosotros y vosotras que me leéis, un concurso que me da la posibilidad de volver a visitar escuelas, a estar "yo, viendo escuelas", esta vez por Sudamérica. Pero necesito vuestra ayuda.
      Argentina, Brasil y Perú son los tres países que he elegido para visitar, en el caso de que sea elegida, o suficientemente votada, si ganara el concurso para aventureros que organiza LANTAM Airlines. ¿Os imagináis? tres meses de viaje visitando las escuelas más remotas de estos países mientras lo voy contando en mi blog, compartiendo con todo el mundo la experiencia y las reflexiones. ¡Menuda aventura!
    Esta vez, la idea no es solo ir a buscar las escuelas punteras, de educación libre y democrática, sino que además de esas, quiero investigar cómo aprenden los niños y niñas de esos lugares, conocer sus circunstancias, a sus familias y sus círculos sociales; ver cómo van al cole y acompañarlos (ejem ejem...si soy capaz ¿os acordáis de aquel vídeo "Los niños del cable"? este vídeo merece un único post. No dejéis de verlo pinchando en el título). A veces olvidamos el valor que le dan a la escuela muchos niños y niñas de otros países. En ocasiones es solo porque ahí les dan de comer (que no es poco), pero otros están deseosos de aprender y recorren kilómetros a diario para ir a la escuela, como hemos podido ver en la estupenda película "Camino a la Escuela"

   
    ¿Cuál es la mejor manera en que aprenden y se desarrollan los niños y niñas?  Esa era la pregunta que me hizo coger una excedencia y lanzarme a investigar y conocer diferentes estilos educativos, pero la respuesta a esa pregunta puede ser muy diferente en una ciudad europea y en una aldea de la selva brasileña.
    No creo que haya una única respuesta, no puede ser lo mismo lo que funcione en diferentes lugares del planeta. Yo quiero ir, verlo con mis propios ojos y contároslo. Esta vez necesito patrocinadores, no puedo hacerlo sin apoyo económico como hice cuando empecé, aunque quién sabe...si no soy elegida, tal vez me lance a la aventura de hacerlo con lo poco que tengo y a ver qué pasa.

    Como os he dicho, necesito vuestra ayuda, vuestro apoyo con un voto que os llevará 10 segundos (si tenéis una cuenta de Facebook) y que podéis darlo aquí:

Votar por Carla Martín 
(Ya acabó el plazo para votar, gracias)

    Y si queréis ayudarme más, podéis colgarlo en vuestro muro para que vuestros contactos me conozcan. Yo os lo agradezco de corazón y espero poder contaros todo lo que pueda aprender, gracias a vuestra ayuda.
PURA VIDA.



miércoles, 7 de octubre de 2015

El último vuelo.

Estoy de duelo...
La primera vez que oí la palabra duelo era en las películas en las que dos personas se desafiaban, quedaban en un lugar, juntaban espalda con espalda, daban diez pasos sin mirarse y ganaba el más rápido en disparar o el que tenía mejor puntería.

Mucho más tarde, ya de mayor, conocí el significado de duelo por la muerte de alguien. 
Y también conocí el uso que se la daba cuando había alguna separación sin que hubiera habido una muerte. De pronto, empezaba a escucharlo con frecuencia y pensé que era la típica palabra que se había puesto de moda: que si alguien está de duelo, que si tiene que empezar su duelo y necesita un acompañamiento especial,  que si no le conviene empezar otra relación hasta que haya pasado su duelo, etc... 
El duelo es cualquier "proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida" y lógicamente, y como la palabra indica, duele. El duelo duele, sí, pero es imprescindible darle la importancia que merece y no huir de él, aunque asumir esto en la sociedad en la que vivimos es muy difícil, ya que queremos acabar con cualquier dolorcito en cuanto aparece y hemos olvidado que el dolor a veces cura, solo hay que mirarlo con respeto y esperar...esperar... porque al final, se pasa.

Ayer realicé mi último vuelo en dragón. Fui a despedirme de los niños y niñas de El Dragón, la escuela libre que fundamos hace 2 años y de la que ayer también me despedí. Una vez más, me demostraron que ell@s son l@s auténticos maestr@s y que los adultos tenemos la enorme responsabilidad de transmitirles bien la información y cómo deseamos que la vivan y la asimilen. 

Así que me armé de serenidad y les expliqué:

- Sabéis que los adultos, muchas veces hacemos cosas incomprensibles, ¿verdad? y que os volvemos loc@s con decisiones raras que no entendéis, ¿verdad?. Los adultos somos esas personas, por lo general más altas, que os hacen la vida más fácil pero a veces mucho más difícil, ¿verdad?
- Sí, si...(asentían much@s)
- ¿Y qué pasa cuando los adultos no se entienden?
- Que se enfadan y se pelean.
- Es cierto. Y a veces, hacen todo lo posible por entenderse y arreglar las cosas pero después de un tiempo, lo mejor es separarse.
- Como mi mamá y mi papá que peleaban mucho y se separaron... Pues mis papás dicuten pero no se han separado...etc...
- Pues resulta que la dirección de El Dragón y yo, después de intentarlo mucho, ya no nos entendemos y...me tengo que ir del cole.
- Andá!...Jo!...Glups!
- Pero quiero os quede muy muy claro que esto no tiene nada que ver con vosotros y vosotras, ¿eh? Que ya sabéis que yo os quiero "por todas partes", por arriba, por abajo, os quiero del derecho y del revés....
- Nos quieres así, Carla (mientras dibujaba con el dedo el símbolo del infinito)
- Sí, os quiero todo eso... Os quiero hasta en los sobaquillos!!!! que mira que, para quereros por ahí ya os tengo que querer ¿eh?
- Juaaa jaaa jaaaa... 
- Carla, ¿vendrás a vernos?
- Pues no lo sé si podré, así que prefiero no deciros ahora que sí y luego no poder cumplirlo. Yo estoy triste por irme y necesito mi tiempito... pero seguro que nos vemos por el pueblo...
- Sí, en el huerto urbano (dice uno). Jo, es que yo vivo muy lejos...(dice otro)
- No te preocupes porque tu mami y yo somos amigas y puedo ir a veros.
- Carla, ¿te vas a ir a África? (no sé de dónde se sacó esa idea que no está tan alejada de mis posibles planes) 
- No lo sé ¿Por qué?
- Porque si vas, quiero que me traigas algo. ¡¡Un lagarto africano!!!
- Pero... no puedo traer animales de allí.
- Bueno, pues tráeme su muda...o la de una serpiente, porfa que seguro que alguna te encuentras.
 - A mi también!! (saltaron varios)... y a mí un poco de oro (dijo otra)
- Vaya, al final voy a tener que irme a África solo para traeros algo. ¿Qué os parece si os traigo algo para dejar en vuestro salón Montessori y así podéis disfrutarlo todo el grupo?.
- Vale! Genial!
- Pues hala, queréis volver a lo que estabais haciendo?
- Si...Adios Carla.

Hubo reacciones varias, los más mayores eran capaces de sentir ya en parte la pérdida y mostraban más necesidad de comprender qué había pasado; a algunos más peques les preocupaba qué iba a pasar con el taller de naturaleza que tanto les gustaba el año pasado; y otr@s proponían hacer una fiesta de despedida con regalos.

Ell@s también tienen derecho a vivir su duelo, cada cual en la medida en que lo necesite y cuando surja esa necesidad, pero lo que sí necesitan es a personas cerca que les respeten en su emoción y con las que puedan expresar sin miedo cómo se sienten (enfado, pena, alegría incluso, etc...)
Yo estaba triste mientras les hablaba, aunque sonreía porque disfrutaba enormemente de sus comentarios y su manera de vivir las cosas. Tenía dolor pero no les mostré que estuviera destrozada ni agobiada. Los niños y niñas entienden la pena y la tristeza, y saben cuándo acercarse a darte un abrazo pero no entienden el desgarro adulto, esa emoción cargada de drama, y si se lo mostramos, les puede hacer daño por ver a su adulto de referencia perdido... eso da mucho miedo...Y porque pueden intentar hacerse cargo de un duelo que no es suyo (¡así de fieles y generosos son! (inconscientemente, claro)) y con el que no pueden. No entienden aún qué significa que Carla no vaya a estar y es posible que algun@s tarden en entenderlo. A algun@s les afectará más y a otr@s menos pero lo importante es que se conecten con SU emoción y no con la MÍA. Pueden empatizar conmigo (eso es importante) y que entiendan que yo esté triste pero, insisto, no les paso mi drama porque el cómo yo viva con más o menos dolor mis experiencias, es cosa mía y les va a confundir mucho. Como dice mi amiga Lucía, no les pegoteo lo que es mío.

Estoy de duelo...
Y no me extraña que hayan usado la misma palabra que usaban para los desafíos a muerte, la verdad, porque en el duelo estás tú sola contra un gigante, la pérdida y depende de ti y solo de ti el cómo vivas ese duelo. Es importante conocer al "enemigo", la pérdida (o amigo tal vez), mirarlo a la cara, respetar el tiempo que dure el duelo, dar los pasos necesarios y un día dar el giro y reconocer que ha terminado. 

Mi duelo duele, y no solo por la separación de unas personitas que me han hecho levantarme con ilusión durante los dos últimos años, unos auténticos sabios y sabias que me han dado mucho amor, sino también por separarme del que creí era el proyecto de mi vida y haber perdido, a día de hoy, el rumbo. Menos mal que los duelos, hoy en día, los puedes contratar con brújula y en breve sabré por dónde seguir navegando y empapándome.

Mientras tanto iré tomando "mimo de dragón" de este peluchín al que han tocado todos los peques desde que me lo regaló una dragoncita muy especial.



sábado, 7 de febrero de 2015

En Summerhill



    Cuando llegas a Summerhill, después de ver el cartel con el nombre a la entrada, te encuentras con el siguiente aviso "BEWARE! CHILDREN PLAYING!" y entonces se te alegra aún más la cara. Para mí, esta frase resume la idea de lo que representa este espacio así como las escuelas libres en general (por supuesto, también ElDragón). Para empezar, no podemos olvidarnos de que jugar es lo más serio e importante y necesario que hacen los niños y niñas (hablé de ello, por ejemplo, en "La importancia del juego") pero además, en estos lugares, todo lo que ocurre se vive como un juego, y no me refiero únicamente al hecho en sí de estar jugando, si no al disfrute de que cada persona haga lo que desea con su tiempo y a que eso, en definitiva, coloca tu emoción en un lugar muy parecido a la que te despierta el jugar. Claro que se hacen cosas que a una no siempre le encantan y no recuerdan a un juego, pero el flujo que se mueve en cada uno de nosotros no se ve interrumpido y transmite a cada persona un "algo" tan natural y coherente que te hace disfrutar de la vida aún cuando duele porque te toca por ejemplo resolver una situación incómoda que preferirías obviar, o tienes que recoger una sala entera que has dejado "echa unos zorros" después de jugar durante horas, o tienes que estudiar algo aburrido para poder hacer algo que te encanta.
      En fin, que el mejor aviso que se puede poner al llegar a un espacio así es el de "Cuidado! niñ@s jugando!" y queremos uno igual para ElDragón. (Qué suerte tienen los angloparlantes al tener palabras que incluyen ambos géneros como "children")

     Llegué algo tarde, era domingo y no pude ver mucha actividad la primera noche pero Jaime (el hermano de un niño que está en ElDragón) me recibió y me paseó por el campus mientras me explicaba y me ponía al día de casi todo. Thank you, Jaime! me sentí muy atendida y cuidada por ti (y por Ale).

       Después de dormir plácidamente... breakfast time!. Chicos y chicas de todas las edades van apareciendo con sus platos de cereales y sus vasos de leche que traen de la cocina (para las tres comidas principales hay un buffet preparado por cocineras y cada uno se sirve lo que quiera). Alguna baja en pijama al comedor y otros llegan ya preparados para ir a la clase que les toca el lunes a primera hora.

Niño votando a personas para un comité
Adulto votando
       La elaboración de horarios para las clases académicas, así como casi todo lo relacionado con asumir alguna responsabilidad, se organiza al comienzo de cada trimestre. 
   Estamos en enero, es el comienzo del second term y, aunque los horarios de las clases están ya listos, aún hay algunas funciones por cubrir y me encuentro con unas chicas que están haciendo "la ronda de la libreta" (round the book): consiste en ir preguntando a todas las personas si se quieren ofrecer voluntariamente para pertenecer al comité que se encarga de una responsabilidad concreta. Una vez que tienen anotadas a las interesadas, se vuelve a preguntar a cada persona para que vote a quiénes quiere como encargadas de dicha función. Cuando el proceso termina, se cuelga en el corcho una hoja con los nombres de las responsables.


       Hoy, el taller de madera está hasta arriba de gente de diferentes edades, algunas personas están concentradas en algún trabajo de carpintería, otras miran y otras charlan sentadas en un sofá que tiene pinta de llevar toda la vida ahí (Will, el profe, me dice que lo quiere cambiar por uno nuevo pero que le piden que no lo haga porque les encanta ése). Afuera está nevando pero dentro estamos calentitas y con buena música. Un chico lleva más de una hora concentrado en tallar su nombre en una pieza de madera que se le resiste porque no se aguanta fácilmente en el gato; otro está preparando un dispositivo para un reto que les han propuesto: transportar un huevo por un cable de varios metros, sin que se rompa y haciendo que el huevo siempre "mire" hacia dónde va. 
    William Readhead es el responsable del taller de madera y de gran parte del funcionamiento de la escuela. Es uno de los hijos de Zoë, nieto de Neill y antiguo alumno de Summerhill. Hablar un buen rato con él fue muy  agradable e inspirador. Thanks, Will!
Handwriting en el aula de Historia

       Me cuelo un rato en la clase del profesor de Historia. Es un espacio precioso, lleno de información por los techos y paredes, escrita con letra preciosa (también da clases de handwriting y caligrafía); hay un sofá, una mesa con fruta e infusiones y suena música clásica. Hoy está dando una clase individual de escritura a un chico de unos 14 años. Él ya sabe escribir perfectamente pero quiere mejorar su letra y escribir de una forma rápida y legible. El profe me cuenta que quiere ayudarle para que pueda hacer los exámenes de Secundaria escribiendo rápidamente pero de forma limpia y comprensible. El chico me dice que además, le interesa para su vida en general y por eso se apuntó a esta clase. 

       En la clase de Matemáticas hay cinco adolescentes de unos 16 años. La profe está en su tiempo de "Maths clinic" que significa que no hay clase pero ella está en el aula, disponible para resolver dudas. Cada estudiante está con su actividad personal, a veces hacen comentarios o hablan un poco de temas personales, incluso hacen bromas, pero luego vuelven a su concentración. Cada uno de estos estudiantes ha elegido asistir a diversas clases curriculares y prepararse para las pruebas de Secundaria. Están aquí, en clase, por su propia voluntad, ni siquiera tienen obligación de asistir aunque se hayan apuntado, pero saben que la clase es a esa hora, que hay un hueco reservado para ellos, y estudian aunque a veces tengan que hacer cosas que les aburra o suponga un gran esfuerzo. Ellos quieren pasar esas pruebas que pone el sistema educativo británico, no es cosa de la profe ni obligación por parte de la escuela en la que están, así que ven a su profesora de mates como una aliada, una guía que les ayuda a conseguir sus objetivos. En ningún caso representa una autoridad que les amenaza con suspensos, a la que tienen que tener contenta o engañar en el examen copiando de algún sitio, no, es un apoyo, alguien que te ayuda a crecer para conseguir tus retos. 
      Menuda diferencia a cómo lo viven los estudiantes de los institutos tradicionales, ¿no? 

        Me sigo paseando por todos los rincones de la escuela, paso por las distintas clases, miro por las ventanas, me siento un rato en un banco del jardín, como con todos a la hora de comer y tengo la suerte de acompañar a un par de grupos a la hora del "bed time" donde respiro el ambiente hogareño y de cuidado, cosas a la que dan mucha importancia también aquí.
         Cuando paso a la clase de Artística, muero de envidia al ver el tamaño, los ventanales y el material del que disponen (bueno, en verdad también me pasó al ver el taller de madera, la clase de historia, la de ciencias, la de literatura, la sala de teatro, la clase de música con estudio de grabación incluido, etc.) La profe me invita a estar con la Class 1 pero debo hacer la misma actividad que les ha propuesto a los niños y niñas de 7 años: dibujar algo que te guste muchísimo de tu país y colorear con acuarelas. Pues no sé muy bien por qué a mí me salió un dragón, mi Dragón, nuestro Dragón y disfruté mucho coloreándolo en ese espacio tan especial.
           

           Me gusta ver el parecido que nuestro Dragón tiene con Summerhill. Desde luego que para nosotr@s, esta escuela de las afueras de Londres es una inspiración y seguimos sus pasos, pero nos llevan mucha ventaja. En breve cumplirá 100 años y El Dragón tiene apenas un año y medio. 
        Como escuela, veo a Summerhill como si fuera la persona adulta, madura, responsable y autónoma que no necesita del control de los adultos porque funciona ya de una manera totalmente democrática y que se autorregula. El Dragón, sin embargo, es como un bebé en pañales que comienza a gatear y que explora y crece de forma libre, mostrando grandes cambios cada pocos meses, pero que necesita mucho control de los adultos modelando cómo se hacen las cosas y tomando decisiones que aún no puede tomar un grupo de niños y niñas que no entienden aún el sentido de Democracia. Pero veo claramente que vamos bien, vamos muy bien, y estamos preparando una tierra buena y plantando unas semillas muy buenas para crecer en libertad en un espacio seguro y que, como dijo Neill, se cría a los niños y niñas en la felicidad, cosa que veo a diario y que las familias nos confirman. Nuestros niños y niñas por la mañana entran corriendo en El Dragón, se levantan en sus casas deseosos/as de ir al cole, y algunas familias incluso se quejan, con alegría, diciendo "¡es que no me deja ni terminar de desayunar!". Efectivamente, son personas felices.
          
       Pues resultó que El Dragón de acuarela se quiso quedar en el aula de Artística de Summerhill; tal vez una parte de mí se quiso quedar para seguir disfrutando y aprendiendo, o tal vez se quedó para asegurar una unión con esta estupenda escuela y su gente. El caso es que el contacto ya está hecho, ElDragón sigue los pasos de la escuela de Neill y piensa volver con pequeños dragoncitos deseosos de conocerlo y quedarse unos días por ahí.

 Thank you very much, Summerhill!!!





domingo, 25 de enero de 2015

Summerhill



    ¡He perdido el miedo a volar! y decir eso después de viajar con Ryanair ¡es mucho decir! (mi curso de 10 días de Vipassana ha tenido muuuuucho que ver).
     Domingo frío de enero, vuelo (sin miedo) a Londres, cojo bus a Ipswich, tren a Saxmundham y taxi a Leiston donde está mi destino, la Escuela-internado Libre de gestión democrática más antigua. Summerhill está en el countryside, a 170 Km. al noreste de Londres, cerca del mar. A día de hoy, cuando va a cumplir casi 100 años de vida, cuenta con 70 niños y niñas de edades entre 7 y 17 años que viven y estudian en un campus precioso.

    Mucha gente vinculada al mundo de la educación ha oído hablar de Summerhill o incluso le han hablado en la Universidad de Magisterio o Pedagogía de aquella escuela que hay en Inglaterra donde los niños y niñas hacen lo que quieren. Pero muy poca gente sabe realmente cómo es. Me sorprende muchísimo que un sitio tan especial, tan revolucionario, tan sanador para las personas, no sea apenas conocido y no se le dedique más tiempo e importancia en las carreras de Educación. ¡Qué pena! ¡Qué error! Así que voy a aprovechar a presentárosla para que la descubráis o conozcáis más sobre ella (los que ya la conocíais) y se entienda la importancia y necesidad de que existan este tipo de espacios.
     
     Summerhill fue fundada en 1921 por A.S. Neill, educador con formación en psicología infantil, muy preocupado por los efectos que sobre los niños y niñas tienen el ejercicio de la autoridad (que genera miedo y ausencia de responsabilidad) y el peso de las represiones (en concreto la sexual). Neill deseaba construir un espacio que sanara a las personas y que evitara que recibieran un trato lleno de juicios y reprimendas.
"Sugiero la palabra curación, ¿pero, qué clase de curación? No quiero que se me cure de mi costumbre de preferir los colores naranja y negro; ni de la costumbre de fumar, ni de mi gusto por una botella de cerveza. Ningún maestro tiene derecho a curar a un niño de hacer ruido con un tambor. La única cura que debe practicarse es la de curar la infelicidad. El niño difícil es el niño infeliz, está en guerra consigo mismo y, en consecuencia, está en guerra con el mundo" Neill.
     Él opinaba que todos los odios, las guerras, los crímenes vienen de la infelicidad y se dedicó a observar y estudiar dónde nace la infelicidad que arruina las vidas humanas y cómo pueden criarse los niños y niñas de manera que no se presente una proporción crecida de esa infelicidad.
"...es la historia de un lugar, Summerhill, donde se cura la infelicidad de los niños y, cosa más importante todavía, donde se cría a los niños en la felicidad". Neill
     Neill pone de manifiesto cómo el ejercicio de la autoridad (empezando por mamá o/y papá) que te dicta qué hacer con tu vida, que te autoriza a hacer o desautoriza, que te juzga y te alaba o te castiga, te aleja de la autonomía y la responsabilidad, ya que haces las cosas para otro. Tu comportamiento depende de las indicaciones de otros y aprendes a actuar para que esos otros estén contentos. Eso te mantiene alejado de ti mismo y te avoca a depender el resto de tu vida de figuras que sigan representando esa autoridad. Además de generar en ti, sin darte apenas cuenta, rabia y odio hacia quiénes han ejercido dicha autoridad.
     Esto puede sonar un poco extremo pero cualquiera que haya rozado la terapia y se haya mirado hacia dentro, sabrá de lo que estoy hablando y entenderá, ahora como adulto, cómo puede afectar nuestra forma de actuar a los niños y niñas con los que convivimos. Ya he hablado antes de estos temas porque precisamente, la intención de las Escuelas Democráticas es que las personas que las forman desarrollen su autonomía y su responsabilidad tomando decisiones y aprendiendo a funcionar como seres libres que eligen qué hacer con su vida, sin seguir forzosamente un patrón que nada tiene que ver con sus inquietudes e intereses.
     Os animo a leer a Neill, su libro sobre su escuela es maravilloso y te hace cuestionarte mucho tus convicciones acerca de la educación. Es de obligada lectura para cualquiera que tenga interés en las Escuelas democráticas, tanto como familia como docente y muy recomendable para cualquiera.



     Ahora es Zoë, la hija de Neill, la que dirige la escuela y no es muy diferente de la que dirigía su padre hace años. 
     En Summerhill los niños y niñas viven y estudian. Están organizados en función de la edad en 5 grupos: San, Cottage, House, Shack y Carriage. Cada grupo tiene un "house parent", el adulto de referencia que les atiende y les cuida en la zona en la que viven y está siempre disponible para lo que necesiten. Los mayores (Shack y Carriage) asumen voluntariamente responsabilidades que tienen que ver con el cuidado y atención hacia los demás, como ejercer de "Bed officers", acompañándoles para irse a dormir y despertándoles por la mañana; de "Ombudsmen", funcionando como mediadores y mediadoras etc. Además hay otras responsabilidades que asumen que tienen que ver con el funcionamiento general de todo, como coordinar comités, trabajar en la cocina o moderar y escribir actas en el School Meeting (Asamblea), que es un trabajo muy serio y difícil para el que hay que estar entrenado/a, etc. 
      Cada grupo tiene unos derechos y unos deberes específicos que varían según la edad y que conocen y deben respetar, como la hora de acostarse, las salidas al pueblo, el uso de la cocina, películas o videojuegos que pueden ver, pertenecer a determinados comités, etc. 


Foto de su web
      Todo en Summerhill funciona sin apenas darte cuenta de todas las piezas que están activas, pero detrás hay un montón de niños, niñas y adultos que ejercen su responsabilidad con respeto hacia toda la comunidad. Si algo falla o alguien tiene quejas, se lleva cada lunes o viernes al School Meeting donde se debate, se decide y se cambia alguna norma, si fuera necesario. Todo el mundo ahí conoce las normas y las tienen a mano, escritas en el "Law Book" que cuelga en un corcho del comedor. Adultos y niños/as son iguales en términos de respetar las normas y en términos de autonomía y responsabilidad (los peques, lógicamente, pueden necesitar más ayuda en determinados momentos) y eso hace que la vida allí sea una delicia, la verdad.


     La educación en Summerhill, como en la mayoría de Escuelas Democráticas, es libre. Cada niño o niña elige qué quiere hacer con su tiempo y qué quiere aprender. Decide cuándo ir a clase y cuándo quedarse jugando. Decide si quiere o no preparar los exámenes para obtener la titulación de Secundaria y seguir estudiando. Decide todo acerca de su formación, de esta manera es protagonista de su vida, de su educación y de sus relaciones sociales. Esa es la única forma de crecer como personas responsables de sí mismas. ¿Cómo esperamos responsabilidad de personas que no han podido ser ellas mismas? Los niños y niñas están hartos/as de escuchar de sus padres y madres "eso no se dice, eso no se toca, eso no se hace, no te subas ahí, no te toques ahí...¡pórtate bien!  y ¡estudia mucho! " 
    ¿Alguien sabe lo que significa "portarse bien"? y ¿Por qué quieren los adultos que su hijo/a estudie mucho? ¿para que sea feliz? ¿para que aprenda, aunque sea a la fuerza porque no le interesa nada lo que le hacen aprender? ¿o porque en el fondo se carga a los niños y niñas con la responsabilidad de quedar bien para que sean los adultos los que queden bien? ¿o porque los adultos proyectan en los hijos/as sus frustraciones de lo que no han podido ser? ¿o porque hacemos lo que hicieron con nosotros y no hacemos nada para cambiarlo? o...tal vez, porque lógicamente creen que si estudian tendrán más posibilidades en el mercado laboral, ya que la sociedad parece que nos transmite eso. Pero muchas personas ya sabemos que la educación exitosa, la que ayuda a crear personas íntegras, capaces, responsables, empáticas, conectadas, responsables, inteligentes y llenas de sed de aprender, son las que se educan en libertad. El problema lo solemos encontrar casi siempre en que es el sistema educativo el que se encarga de matar esas capacidades naturales que tenemos todas la personas al nacer y el daño va siendo mayor conforme vamos creciendo. Pero de esto ya he hablado mucho en otros post y no me voy a repetir.

     Neill dejó muy claro la diferencia entre libertad y libertinaje. En estas escuelas, la libertad es lo importante, la libertad de elección y la libertad de ser uno mismo; y para evitar que se de el libertinaje deben estar los límites muy claros. Por eso las normas y el sistema que se encargue de hacer que se cumplan deben funcionar constantemente.
     Unos límites claros y firmes dan a las personas, y sobretodo a los niños y niñas, seguridad para saber por dónde moverse (es como saber dónde está el suelo, dónde puedo pisar sin caerme). Unos límites poco claros provocan inseguridad, angustia y generan necesidad de control, de ahí que muchos peques adquieran el rol de controladores en sus casas porque papá y mamá no asumen esa responsabilidad.

      Summerhill ha demostrado ser un lugar curativo para las personas que pasan tiempo ahí. Se percibe un bienestar especial y se nota que las relaciones sociales están menos forzadas en general. Esto se nota especialmente entre los adolescentes, entre los cuales no se percibe la tensión ni el malestar típico de esa fase de nuestra vida en la que uno no está muy a gusto en su piel y se rebela contra todo. Es como si realmente no hubieran generado ese odio del que hablaba Neill y fueran gente feliz.

      Hay un esbelto y fuerte testigo de lo que ha ido ocurriendo durante tantos años en este lugar tan especial. Le he preguntado, me he subido a él y he mirado con sus ojos. Sabe mucho pero no me lo ha contado todo.






Continuará...

sábado, 17 de enero de 2015

Glosofobia

      

     Se abre el telón, veo al público que me mira y yo avanzo con cierta seguridad sobre el escenario diciéndome: "vas bien, Carla, no has tropezado, te acuerdas del texto, estás nerviosa, mucho, pero vas a hacerlo muy bien". Me coloco frente al público, un foco me ilumina solo a mí, el silencio que llena la sala está a punto de romperse con mi primera frase "¿Cómo?,el celoso Oberón..." y justo cuando abro la boca...¡horror! mis labios se han quedado pegados a mis encías, se han rizado por encima de mis dientes y casi no puedo hablar. Mi boca está seca como cartón y no puedo juntar los labios y, por lo tanto, no puedo pronunciar muchas consonantes. Me inunda el pánico, me muero de nervios y de vergüenza, no sé si salir corriendo o seguir haciendo el ridículo...

     Era la primera vez que hacía una obra de teatro hace ya unos 12 años. Representaba a Titania, la reina de las hadas de "El sueño de una noche de verano", ni más ni menos, y al final, hice el ridículo durante más de una hora porque no me atreví a salir corriendo y dejar colgados a mis compañeros y compañeras.
    Cada vez que cuento esta anécdota de mi vida como artista, mis amigas se parten y lo recuerdan muertas de risa (¿verdad, Lucía?) pero yo lo pasé fatal, la verdad. 

       Después de aquello, la primera vez que hablé en público colaborando en alguna charla, me pasó lo mismo, menos mal que podía tomarme tiempo para beber e ir más despacio.

      GLOSOFOBIA dicen que se llama (glosa es lengua en latín), es el miedo a hablar en público y de repente, estos días se habla de ello en los medios de comunicación, de sus causas y de cómo remediarlo. 
      Afortunadamente yo ya lo superé, o me acostumbré, y siempre tomo precauciones por si acaso (pastillas para salivar) pero parece que hay mucha gente que lo sufre y hay cursos y técnicas para superar la ansiedad que genera y sacar partido a los nervios que se tienen en lugar de temerlos.

    ¿Y por qué hablo de esto? Porque pienso en los niños y niñas de El Dragón y de las Escuelas Democráticas en las que se hablan las cosas y se realizan asambleas semanales, y estoy convencida de que a ellos y ellas les costará mucho menos expresarse en público. 
     Pienso esto por varias razones: una, porque son personas que reciben muy poco juicio y que van creciendo con mucha seguridad, sin importarles demasiado lo que opinen los demás, así que suelen decir siempre lo que piensan aunque sepan que no va a gustar. Por otro lado, están acostumbradas a hablar ante una audiencia grande de niños, niñas y adultos de distintas edades (en El Dragón al menos ante 38) y, si te pasas gran parte de tu vida haciendo eso (aunque sea ante personas conocidas), es posible que cueste menos luego hablar ante audiencias nuevas.
     En mi colegio, cuando era niña, rara vez hablábamos en público, se hablaba ante las compañeras (cole de monjas, claro) cuando la profe te preguntaba la lección, y siempre había juicio en eso. Cuando escuchaba mi nombre, me echaba ya a temblar, entonces decía la maestra "sal a la pizarra" y ahí ya solo mandaba la suerte y que me preguntara justo la parte que me había estudiado, no lo que yo sabía (eso nunca importaba), sino la que había memorizado, aunque no la entendiera. Y así años y años de educación temblando cada vez que oía mi nombre... Lo peor fue cuando en mi clase coincidimos tres niñas llamadas Carla y cuando la profe decía el nombre, el tembleque se alargaba hasta que decía el apellido...se me hacía eterno.

     Pues eso, que yo no paro de verle ventajas a esto de la Escuela Libre y cada día me sorprendo viendo lo bien que crecen y se educan los dragones y dragonas con los que convivo a diario.

¡Suerte con vuestra GLASOFOBIA!